Treinta y cinco mil millones de dólares fue el costo de la farmacéutica Teva Pharm, -una de las compañías más grandes de Israel-, que pagó para popularizar un modelo de chip que sustituye a medicamentos e inyecciones.
Su apuesta es con la asociación con Biotech Microchips. El dispositivo, puede retirarse sin la necesidad de agujas dolorosas y problemas que surgen cuando alguien se olvida de tomar sus medicamentos de uso continuado.
Los microchips están conectados con el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), uno de los más reconocidos del mundo. Del tamaño de una uña, el nuevo biochip puede ser implantado en el cuerpo humano y programado para «inyectar» medicamentos durante meses o, en caso necesario, para un máximo de 16 años. Esto se indica, por ejemplo, pacientes con cáncer o diabetes.
Faltan algunos detalles, tales como la aprobación de la agencia reguladora de medicamentos de Estados Unidos, pero el microchip llegará a las farmacias en unos pocos años. La investigación indica que alrededor de 125.000 personas mueren cada año debido a que tienen dificultad para controlar su medicación.
Bajo supervisión médica, el chip se implanta en el cuerpo con las dosis de remedio almacenados en compartimentos pequeños, del tamaño de una cabeza de alfiler. El sistema es interactivo y se puede programar de forma inalámbrica desde una aplicación de teléfono móvil. Tanto la frecuencia como la dosificación de la medicación pueden ser controladas.
La compañía dio a conocer los resultados de las pruebas realizadas desde 2011 a las personas que sufren diabetes y osteoporosis. La respuesta obtenida demuestra que reemplaza perfectamente a las inyecciones.
El chip de Microchips Biotech / Teva Pharm, no es el único tipo, pero parece que está más cerca de convertirse en comercialmente viable. El uso de biochips puede parecer nuevo, pero hay alrededor de 300.000 personas que ya utilizan estos dispositivos en todo el mundo.
Los más comunes se utilizan para interactuar con los ordenadores, abrir las puertas y encender el coche acercando la mano a un lector. Varias compañías están apostando a que pronto estos chips reemplacen las tarjetas de crédito en las transacciones comerciales.
Un estudio publicado el año pasado, muestra que el 26% de la población entre 18 y 50 años estaría dispuesto a utilizar un chip implantado en su cuerpo. Liz McIntyre, experto en privacidad y co-autor del libro “Spychips” [chips espías] cree que es una cuestión de tiempo antes de que las grandes corporaciones y el gobierno puedan rastrear todas las compras y controlar todos los movimientos de la población.