El gobierno de Sudán permitirá que de luz Meriam Yehya Ibrahim antes de ejecutarla, la mujer cristiana embarazada de ocho meses ha sido condenada a muerte, según publica el diario britáico The Telegrpah.
La joven, que está a punto de dar a luz, fue declarada culpable de “adulterio” y “apostasía” por un tribunal de Jartum el 15 de mayo y está detenida con su hijo de 20 meses.
Meriam fue educada como cristiana ortodoxa, la religión de su madre, porque su padre, musulmán, la abandonó cuando tenía seis años. Durante su juicio se reiteró en su cristianismo y no quiso renunciar a su fe por lo que el tribunal la acusó y condenó por “apostasía”, un delito castigado con la pena de muerte.
Además, la justicia no reconoce su matrimonio con un hombre cristiano de Sudán del Sur. Según la sharía (ley islámica) tal y como se aplica en Sudán, las mujeres musulmanas no pueden casarse con hombres no musulmanes. Dicho matrimonio se considera adúltero.
Meriam, fue denunciada por un familiar por lo que ha sido castigada con 100 latigazos.
Más casos como estos
El caso no es aislado. En países como Sudán y Pakistán y, más recientemente Brunei, están deslizándose hacia interpretaciones cada vez más arcaicas y rigoristas de la ley islámica y aplicando leyes que socavan los derechos fundamentales de los seres humanos.
Amnistía Internacional considera que Meriam es una presa de conciencia, declarada culpable por sus creencias religiosas y su identidad, y debe ser liberada de inmediato. “La criminalización del adulterio viola los derechos a la libertad de expresión y de asociación, y su aplicación discrimina invariablemente a las mujeres”, asegura la organización.
La pena de flagelación y el uso de la pena de muerte “violan la prohibición absoluta de infligir tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes contenida en el derecho internacional de los derechos humanos”.
Amnistía Internacional se opone al uso de ambos en todos los casos sin excepción. También se opone a que la “apostasía” sea considerada un crimen porque es incompatible con el derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión.
La interpretación de la sharía que hace Sudán no sólo pone a este país en conflicto con el mundo moderno, lo pone en conflicto con los pensadores musulmanes progresistas que tratan de dejar de lado la idea de que los musulmanes que abandonen el Islam deben ser asesinados. Esta idea se halla en los textos de jurisprudencia medievales, que fueron escritos en momentos en que la fe religiosa y la lealtad política están indisolublemente ligados.
Fuente: RTVE