Unos 14.000 malagueños están enganchados a un centenar de sectas

Un centenar de sectas funcionan actualmente en la provincia de Málaga disfrazadas de asociaciones culturales, movimientos religiosos, políticos, humanitarios, orientalistas o de organizaciones de venta piramidal.

Se presentan de forma atractiva y colman la necesidad de muchas personas de pertenencia a un grupo. Sólo en la provincia ya han conseguido captar a unas 14.000 personas, que hoy se han alejado de su familia y viven por y para el grupo, al que se han entregado económica y emocionalmente. Ésta es la advertencia que lanzan los psicólogos malagueños José Miguel Cuevas y Jesús Canto, que el próximo día 21 de marzo presentan el libro Sectas: Cómo funcionan, cómo son sus líderes, efectos destructivos y cómo combatirlas en el salón de grados de la Facultad de Psicología de Málaga.

Los psicólogos distinguen entre las sectas y las sectas destructivas y definen a éstas últimas como movimientos dictatoriales, absolutistas, que aparecen bajo la apariencia de un grupo revolucionario unido (cultural, religioso, filosófico…), que exige una excesiva devoción a su jefe y que para ello utiliza la persuasión coercitiva, concretamente la de tipo positivo. Devoción a un líder y su doctrina y el deseo de aislamiento de su ambiente, amigos o familiares rematan la descripción.

Muchos de estos grupos están fuertemente consolidados en la provincia. Algunas de las que enumera Cuevas son los Hare Krishna, con sede en Churriana; Nueva Acrópolis, en la céntrica calle Comedias; Moon, el Partido Humanista, los mormones, o Satán Hispanis, con sede en Marbella.

Los Hare Krishna están muy integrados en el territorio: todos los domingos celebran encuentros abiertos al público en su casa de campo de Churriana donde ofrecen comidas de la India en un ambiente festivo y suelen participar con stand propio en muchas ferias multiculturales que celebran los ayuntamientos de la Costa. Según los psicólogos: «Les hacen no pensar, absorben todo su tiempo en relación a la doctrina, fomentan el aislamiento social e incluso se les invita al suicidio». Pero la versión de P., miembro junto a su marido de los Hare Krishna es bien distinta: «Nos acusan sin razón porque no hacemos mal a nadie, más bien al contrario, vivimos en paz y armonía y creo que es mejor que toda la porquería que hay en el mundo consumista».

Otro de los grupos que el libro cataloga como secta es la agrupación cultural Nueva Acrópolis, organización que celebra multitudinarias conferencias y cursos desde su sede en la céntrica calle Comedias. Psicología, filosofía o superación son las áreas de conocimiento en las que se centran. Pero en realidad, según Cuevas, es una organización de extrema derecha, cuyo líder primigenio era admirador de Hitler.

Éstos son sólo dos ejemplos de sectas grandes y conocidas a nivel internacional, pero hay multitud de grupúsculos que actúan a pequeña escala y sin levantar sospechas. No se anuncian y su proselitismo se reduce al boca a boca.

En cualquier caso, es muy difícil intervenir con ellas. El jefe del grupo de fraudes de la Policía Nacional en Málaga, Juan Titos, reconoce que «es complicado demostrar un delito cuando algo se hace de forma voluntaria porque es muy difícil delimitar dónde está el engaño». El grupo de fraudes investigó durante años las organizaciones de venta piramidal. «Se discute que sea delito. Al final, el juez no ve delito en las inversiones piramidales financieras», dice. Aunque no responden a la definición de secta, algunas personas han contado a este periódico experiencias muy similares.

Luisa (nombre ficticio) es una periodista de Málaga que tuvo una experiencia desagradable con una de estas empresas dedicada a la venta de productos cosméticos y de limpieza a comisión (cuanto más se vende, más puestos se escala y más se gana por cada venta, dicen). Una profesora de su facultad la llamó y le propuso un trabajo «increíble» que podría compatibilizar con su labor diaria en un medio de comunicación local. Aunque Luisa insistió, la profesora no quiso decirle de que se trataba, aunque ponía énfasis en que ella había encontrado el trabajo de su vida. Luisa acudió a la cita, un sábado en un edificio de oficinas de la Avenida de Andalucía, que ese día estaba completamente vacío. «Nada más llegar descubrí que iba a tener problemas: había mucha gente en una habitación decorada de forma estrafalaria y donde la música estaba a todo volumen; me pidieron mis datos y antes de que empezara la reunión para todo el mundo, un hombre empezó a hablar conmigo y a decirme que podría hacerme millonaria con el genial método de venta; me dijo que él había sido alto ejecutivo de una empresa, que ganaba mucho dinero, pero que apenas podía ver a su familia, pero que desde que estaba allí cobraba 22 veces más que como ejecutivo y tenía todo el tiempo libre del mundo», recuerda la periodista. Antes de que empezara la reunión, Luisa, que pensaba que le iban a proponer una colaboración en una revista o algo similar, le dijo al hombre educadamente que no estaba interesada en la venta de productos de limpieza y que deseaba marcharse. «Entonces interrumpió su amabilidad y empezó a amenazarme con la afrenta que le hacía a la persona que me había llevado. Miró a dos matones que me cerraron la salida y tuve que salir corriendo a través de ellos como si estuviera en una película; mientras bajaba corriendo las escaleras escuché los aplausos que arrancó alguien que empezó a hablar por un micrófono». Pero Elisa (nombre ficticio) llegó más lejos y perdió mucho dinero. «Primero me gasté 900 euros en un lote de productos, que no pude vender, pero seguí invirtiendo con la promesa de que ganaría aún mucho más dinero».

La Fundación Marbella Solidaria ha comenzado a tratar este tipo de dependencia. Es la primera institución que aborda este tratamiento de forma gratuita para los habitantes de Marbella. La fundación ya asiste a personas que cayeron en sectas intentando huir de otras dependencias, como el alcohol o las drogas.

Foto: Bowdoin.edu

Marca

Comparte este artículo

No puede copiar contenido de esta página