NOTICIACRISTIANA.COM- Amanda Diniz, es una estudiante universitaria, que desafía su condición de salud, dedicándose plenamente a Dios, y a la misión.
Diagnosticada con mielomeningocele, que es una malformación congénita del tubo neural, optó por dedicar sus vacaciones académicas, a proyectos sociales, y acciones humanitarias.
En enero, Amanda visitó y ministró diariamente, a 10 personas en el barrio Santa Fé, en Cariacica, Espírito Santo, así lo informa missoesurgente.com
Este año, la joven se dedicará a la donación de sangre, revitalización de plazas, calles e iglesias, servicios comunitarios, entre otras acciones, que impacten positivamente a la comunidad.
“Ir a misiones, es mi manera de demostrar cuánto amo a Jesús. Puede haber obstáculos, personas que dudan, y diagnósticos médicos que intentan limitarme, pero mi Dios es médico de médicos, y sobre todo, está junto a mí. Esta certeza me impulsa a continuar, independientemente de las barreras”, afirmó.
“Incluso con limitaciones físicas, encontré formas de derribar barreras, y marcar una diferencia, en la vida de las personas”, añadió.
Su entrega y compromiso, con la obra de Dios, no pasaron desapercibidos. El 28 de enero, más de 1.500 jóvenes voluntarios, de la “Misión Calebe”, se reunieron en el Centro Adventista de Capacitación, y Recreación de Espírito Santo (CATRES), en Guarapari, para honrar a Amanda.
Según Notícias Adventistas, el momento más emocionante del evento, fue la entrega de una silla de ruedas motorizada, a Amanda.
“Este regalo, no es sólo un símbolo de gratitud, sino también una herramienta, que apunta a brindar a la joven misionera, mayor movilidad e independencia en sus actividades misioneras”, dijo el pastor Fabio Gonçalves, líder de los jóvenes adventistas del Sur, de Espírito Santo.
Gratitud y fe en Dios
Adriana Lopes, voluntaria de uno de los equipos de la Misión Calebe, dijo: «Esto es misión. Y la misión nos enseña, y nos mueve a servir. El acto de solidaridad, no es sólo ‘ir’, sino también estar ahí, y cuidar de los que van”.
Continuó: “La experiencia de Amanda es notable, y es imposible no conmoverse. Ella fue y sirvió, y nosotros vinimos y la servimos. Qué honor».
Amanda expresó su gratitud, y su fe en Dios. “Puedo ver esta misión, como un pedido de Dios para todos. Independientemente de la discapacidad, es una misión que el Señor, ha enviado a todas, y cada una de las personas. Por eso acepté este llamado”, concluyó.
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