NOTICIACRISTIANA.COM.- Las mujeres cristianas enfrentan persecución no solo por su fe, sino también por su género. En muchos países, son tratadas como inferiores a los hombres y sus vidas están bajo el control de sus familiares varones. Sin embargo, la situación se vuelve aún más peligrosa cuando deciden seguir a Jesús.
Tipos de violencia que enfrentan
Las mujeres cristianas suelen sufrir una violencia más silenciosa que los hombres, pero igual de devastadora. De acuerdo con la Lista Mundial de la Persecución (LMP) 2025, los principales ataques que enfrentan son:
Matrimonios forzados: El 84% de los países donde hay persecución obligan a las mujeres cristianas a casarse con hombres que no comparten su fe.
Divorcio impuesto: En Oriente Próximo, aquellas que abandonan el islam son obligadas a divorciarse, perder la custodia de sus hijos y quedar desprotegidas socialmente.
Violencia sexual y secuestros: En regiones como Camerún, grupos extremistas capturan mujeres cristianas con el objetivo de “violarlas y embarazarlas para que sus esposos tengan derechos sobre ellas”.
Ejemplos de persecución en distintas regiones

África Subsahariana: Grupos como Boko Haram y Al-Shabaab secuestran a niñas y mujeres cristianas, las mantienen en campamentos y las obligan a casarse con militantes.
China: Existe un mercado de tráfico de novias, donde muchas mujeres cristianas de Myanmar son vendidas a hombres chinos y viven aisladas sufriendo abuso físico y sexual.
América Latina: En países como Colombia y México, grupos criminales secuestran a niñas cristianas para convertirlas en esclavas sexuales. Según un experto, «Los líderes criminales prestan especial atención a las hijas de padres cristianos porque su obediencia es segura».
¿Quiénes son los agresores de las mujeres cristianas?

Los primeros agresores de una mujer o niña que decide seguir a Jesús están dentro de su propio hogar. Esposos, padres, hermanos, tíos e hijos suelen castigar a quienes rompen la tradición familiar con penas físicas y psicológicas, arresto domiciliario, divorcio y matrimonios forzados con hombres de la religión de la comunidad.
Muchos vecinos también se creen con derecho a perseguir a las cristianas agrediéndolas verbal, física y sexualmente. Algunos líderes musulmanes también contribuyen a extender la violencia, ya que animan a los jóvenes a casarse con mujeres cristianas para convertirlas al Islam. Y cuando la pareja tiene hijos, les obligan a profesar la misma fe paterna.
En los países del África subsahariana hay militantes de grupos extremistas como las Fuerzas Democráticas Aliadas, Boko Haram y Al-Shabaab. Estos secuestran a mujeres y niñas cristianas, las llevan a campamentos y las agreden tanto física como sexualmente. El resultado es que muchas quedan embarazadas y cuando regresan a sus pueblos de origen son excluidas de la comunidad.
También hay traficantes de personas que se aprovechan de la vulnerabilidad de las mujeres cristianas para convertirlas en esclavas de servicios domésticos y sexuales. En algunas situaciones, esta violencia es ignorada por las autoridades, sobre todo cuando se convierten en esposas de sus agresores.
¿Qué les ocurre a las mujeres cristianas tras los actos de violencia?

Las mujeres cristianas que se ven obligadas a casarse sufren torturas diarias, que incluyen todo tipo de agresiones por parte de sus esposos, suegros, cuñados e incluso hijos. En algunas situaciones, son incapaces de soportar la hostilidad y abandonan su fe en Jesús.
Las hermanas que consiguen escapar antes de casarse suelen ser acogidas por iglesias y organizaciones cristianas como Puertas Abiertas. Con apoyo físico, emocional y espiritual, las seguidoras de Jesús reciben herramientas para reconstruir sus vidas.
En ciertos países donde los grupos extremistas tienen un fuerte control, las mujeres cristianas que logran escapar de sus secuestradores enfrentan una nueva batalla al regresar a sus comunidades.
En lugar de recibir apoyo, muchas son rechazadas socialmente debido a que han perdido su virginidad y tienen hijos de los militantes radicales. «Muchas niñas agredidas sexualmente arrastran la cicatriz y el trauma durante mucho tiempo, y su autoestima también queda dañada. Las comunidades no suelen ayudar», explica un colaborador en Nigeria.
Si quieres conocer más sobre la realidad de la persecución de mujeres cristianas o apoyar a quienes sufren violencia por su fe, visita Puertas Abiertas.
Con información de Puertas Abiertas.
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