NOTICIACRISTIANA.COM.- La pregunta «¿Qué significa ser mujer?» puede generar muchas emociones, especialmente en el contexto cristiano. Como mujeres, el concepto de feminidad influye en nuestra autoestima, nuestras relaciones y la forma en que nos vemos a nosotras mismas.
«Resistimos con vehemencia cualquier cosa que pueda amenazar el fundamento de la feminidad tal como la hemos definido nosotras mismas,» señala la autora Bonnie McKernan.
Pero, ¿qué pasa cuando el concepto de feminidad no se alinea con lo que el mundo nos dice?
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Vivir con propósito
La autora reflexiona sobre temas como la feminidad bíblica, el rol de la mujer y la sumisión. Sin embargo, nos invita a pensar en algo más importante que los conceptos teológicos: cómo aplicarlos en la vida diaria.
«Mis luchas y pecados del día a día todavía estarán allí para saludarme al amanecer,» confiesa McKernan.
Por ello, plantea una pregunta fundamental: «¿Cómo seré una mujer excelente y reflejaré hoy la belleza de Dios?»
Esta pregunta no depende de si eres joven o mayor, soltera o casada, madre o profesional. Es una pregunta que todas las mujeres podemos hacernos cada día, en cualquier etapa de nuestras vidas.
La feminidad como un reflejo de Dios
El mundo intenta definir la feminidad con estereotipos de belleza, éxito o libertad. Pero el artículo destaca una perspectiva diferente: la verdadera identidad femenina proviene de Dios.
«La esencia de quien somos como mujeres proviene de nuestro Creador, cuya imagen reflejamos,» afirma McKernan.
Nuestra mayor misión no es encajar en los estándares de la sociedad, sino mostrar la belleza de Cristo y vivir con propósito en el lugar donde Dios nos ha puesto.
Los obstáculos que nos impiden vivir con propósito
McKernan advierte que el enemigo trata de distorsionar la belleza femenina, usando la opresión, el abuso y la inseguridad. Pero también señala otro peligro: quedarnos atrapadas en debates sin actuar.
«Satanás está feliz de vernos discutir sobre la belleza de la mujer, siempre y cuando ello nos distraiga de vivirla,» advierte.
A veces, dedicamos mucho tiempo a definir qué significa ser una mujer cristiana, pero descuidamos la acción. La verdadera feminidad no se define en palabras, sino en nuestra relación con Dios y nuestras decisiones diarias.
El arte de ser mujer
«El arte de ser mujer es vivir de una manera tan hermosa y excelente que la sinfonía de nuestras vidas atraiga a otros a la infinita belleza de nuestro diseñador,» expresa McKernan.
Esto se traduce en acciones concretas:
- Tratar el cuerpo como un templo, pero no como un ídolo – «¿No saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en ustedes y que han recibido de parte de Dios?» (1 Corintios 6:19).
- Buscar el reino de Dios por encima de los intereses personales – «Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.» (Mateo 6:33).
- Perdonar y dejarse guiar por Dios en cada circunstancia – «Sean amables y compasivos unos con otros, perdonándose mutuamente, así como Dios los perdonó en Cristo.» (Efesios 4:32).
- Servir cuando se desea ser servido, pero también descansar cuando es necesario – «El que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos.» (Marcos 10:44).
- Confiar en Dios en momentos de debilidad – «Mi gracia es suficiente para ti, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.» (2 Corintios 12:9).
- Amar a Dios sobre todas las cosas – «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.» (Mateo 22:37).
Ser mujer no se trata de cumplir expectativas externas ni de encajar en moldes. Se trata de vivir con propósito, reflejar la belleza de Dios en cada etapa de la vida y caminar con confianza en quien Él nos creó para ser.
La verdadera feminidad no se encuentra en títulos ni en debates, sino en la manera en que amamos, servimos y dejamos que Dios transforme cada área de nuestro ser. Es una expresión única de su carácter, una obra de arte que refleja su amor, gracia y fortaleza.
Cada día tenemos la oportunidad de crecer, aprender, perdonar, confiar y hacer brillar la luz de Cristo en nuestras relaciones, decisiones y acciones. Es ahí donde descubrimos la plenitud de nuestra identidad, no en las etiquetas, sino en la verdad de que fuimos creadas para reflejar al Artista perfecto.
Artículo original de TGC
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