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Herejías más escándalosas que dicen falsos apóstoles y profetas

Herejias mas escandalosas que dicen falsos apostoles y profetas
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(NOTICIACRISTIANA.COM).- En un tiempo donde la proliferación de voces y movimientos religiosos es constante, discernir entre la sana doctrina y las herejías se vuelve una tarea imperativa para el creyente. Una de las señales más claras de un falso maestro o de una secta es la tendencia del líder a exaltarse a sí mismo, usurpando la gloria y la autoridad que solo pertenecen a Dios. A través del análisis de casos específicos, podemos identificar patrones de arrogancia que contravienen frontalmente las Escrituras.


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I. Herejías: Usurpación del oficio apostólico y la superación de los apóstoles bíblicos

El Nuevo Testamento presenta a los apóstoles como los fundamentos de la iglesia, con Cristo Jesús como la piedra angular (Efesios 2:20). Su oficio fue único, marcado por haber sido testigos oculares de la resurrección de Jesús y comisionados directamente por Él. La idea de «nuevos apóstoles» en un sentido sucesorio o de continuidad del oficio original carece de fundamento bíblico.

El caso del autodenominado «Apóstol Franky» de la Iglesia Transformación Internacional, quien según el «Profeta Flaminio» es uno de los «12 apóstoles» para el último avivamiento, ilustra esta usurpación. La Biblia no predice una nueva cohorte de doce apóstoles. Además, la humildad era una marca distintiva de los verdaderos apóstoles. El apóstol Pablo, lejos de gloriarse, se consideraba el «más pequeño de los apóstoles» y «no digno de ser llamado apóstol» (1 Corintios 15:9), gloriándose solo en su debilidad para que la fuerza de Cristo se manifestara en él (2 Corintios 12:9-10).

Aún más alarmante es la afirmación de los pastores de Gaspar Sapalú de Palabra Miel, quienes lo declaran «muy superior al apóstol Pablo». Tal declaración es una blasfemia manifiesta. Pablo, autor inspirado de gran parte del Nuevo Testamento, es un pilar de la teología cristiana. Elevar a un hombre por encima de él no solo denota una arrogancia desmedida, sino también un desprecio por la autoridad y el testimonio bíblico.

Las propias afirmaciones de Sapalú sobre su «elevación espiritual» que le permitiría «matar con la mirada» y el hecho de «rebajarse» para interactuar con otros, revelan una psique megalómana y un espíritu contrario a la mansedumbre y humildad de Cristo (Filipenses 2:3-8).

II. Usurpación de la autoridad de Cristo: invocación de nombres humanos

La autoridad para ministrar en el ámbito espiritual, especialmente en la expulsión de demonios y la sanidad, pertenece única y exclusivamente a Jesucristo. Él mismo comisionó a sus seguidores a echar fuera demonios «en mi nombre» (Marcos 16:17), lo cual significa «con la autoridad de Jesús».

Sin embargo, el video expone prácticas donde la autoridad de Cristo es reemplazada por la de un líder humano. Ejemplos como el pastor que busca liberar personas «bajo la autoridad del apóstol Sergio Enríquez» y con «la espada del apóstol Sergio Enríquez», o el hijo de Ana Maldonado que afirma poder sacar demonios solo en el nombre de su madre, son herejías flagrantes.

La Biblia es clara: «Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hechos 4:12). La pretensión de que el nombre o la autoridad de un ser humano poseen poder espiritual para liberar o sanar es una grave distorsión del evangelio.

La historia de los hijos de Esceva en Hechos 19:13-16 sirve como advertencia: intentaron conjurar demonios «por Jesús, el que predica Pablo», pero los demonios respondieron: «A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?». La autoridad reside en Cristo, no en la fama o el linaje espiritual de un hombre.


III. Usurpación de la identidad divina: autoproclamarse Dios

El pináculo de la arrogancia y las herejías se alcanza cuando los líderes religiosos se autoproclaman ser Dios o equivalentes a Él. El caso de Jonathan Mesa y Melquisedec Lisbet, quienes afirman ser «el niño» de Isaías 9:6, es un ejemplo contundente de esta blasfemia.

Isaías 9:6 es una profecía mesiánica que claramente describe a Jesucristo con atributos divinos: «Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz». Atribuirse estos títulos es reclamar la divinidad misma. Jesús es el único que posee plenamente estos nombres y atributos.

La Escritura amonesta severamente la soberbia y la autoexaltación: «Nadie tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura» (Romanos 12:3). Cuando un líder se eleva a sí mismo a la par de Dios, ha cruzado una línea inaceptable que conduce al engaño y a la destrucción espiritual, tal como lo ilustra la profecía contra Edom en Abdías 1:3: «La soberbia de tu corazón te ha engañado».

Un llamado a la vigilancia y el discernimiento

Las prácticas de autoexaltación, la usurpación de la autoridad de Cristo y la pretensión de divinidad son señales inequívocas de falsos maestros y sectas que promueven herejías. La verdadera fe cristiana se fundamenta en la humildad, el servicio y la exaltación exclusiva de Jesucristo como Señor y Salvador.

Los líderes genuinos del pueblo de Dios no predican herejías, no buscan su propia gloria, sino que apuntan constantemente hacia Cristo, reconociendo que «toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra» (Mateo 28:18) pertenece solo a Él.

Es imperativo que los creyentes permanezcan vigilantes y disciernan estas herejías, adhiriéndose firmemente a la Palabra de Dios. Cualquier congregación o líder que manifieste tales herejías debe ser evitado, pues su camino no es el de la sana doctrina, sino el de la perdición y el engaño. La gloria de Dios no es compartida con nadie (Isaías 42:8), y quienes intentan usurparla enfrentarán el justo juicio del Señor.


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