NOTICIACRISTIANA.COM.- A pesar de que la fe cristiana defiende el amor y el respeto familiar, muchas mujeres en comunidades evangélicas sufren violencia en silencio.
Según un estudio de la investigadora Valéria Cristina Vilhena, aproximadamente 40% de las mujeres víctimas de violencia doméstica en Brasil se identifican como evangélicas.
Barreras para denunciar
El temor a romper el compromiso matrimonial o ser vistas como espiritualmente débiles impide que muchas mujeres busquen ayuda. “Muchas mujeres sufren la violencia doméstica, pero encubren esta violencia, protegen a los agresores, especialmente cuando se trata de obreros”, explica la misionera Meire Castorino.
Además, líderes religiosos han desalentado la denuncia, sugiriendo que la oración y la paciencia son la solución. “Algunas son orientadas a ‘soportar en oración’, esperando que el agresor cambie, mientras continúan vulnerables”, señala Castorino.
Cómo responder ante la violencia
La iglesia tiene el deber de apoyar a las víctimas sin juzgarlas. “La víctima necesita apoyo incondicional, especialmente si hay riesgo de muerte”, enfatiza Castorino.
Además del respaldo espiritual, se recomienda que las mujeres busquen independencia económica para salir de relaciones abusivas. “También aconsejo que estudien y tengan ingresos, para que, si es necesario salir de la relación, tengan cómo comenzar de nuevo”, aconseja.
Muchas mujeres en comunidades evangélicas enfrentan barreras adicionales para romper el ciclo de violencia, como la culpa, el miedo al juicio de la comunidad religiosa y enseñanzas distorsionadas sobre el matrimonio y la sumisión.
Algunas han sido desalentadas de buscar ayuda externa por líderes que interpretan la violencia como una prueba espiritual o una acción maligna.
El papel de la iglesia en la prevención
La iglesia debe ser un espacio seguro para las mujeres, promoviendo educación sobre relaciones saludables y ofreciendo apoyo práctico. “Es necesario enseñar desde temprano a las niñas a observar la conducta de los hombres que se acercan a ellas y reforzar el aprendizaje sobre la sumisión que agrada a Dios”, señala Castorino.
En Proverbios 31:8-9, leemos: “Alza la voz en favor de los que no pueden defenderse; sé el protector de todos los desamparados”. El cuidado de la mujer víctima de violencia es un deber cristiano y un ejercicio de misericordia.
Reconocer la existencia de la violencia en los hogares cristianos no es una afrenta a la fe, sino un acto de responsabilidad y verdad.
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