NOTICIACRISTIANA.COM.- Juman Al Qawasmi, hija de uno de los fundadores de Hamás, creció en un entorno marcado por el fanatismo islámico y el odio hacia los judíos. Desde pequeña fue adoctrinada para considerar el terrorismo como un acto de fe. “Nos enseñaban que matar judíos era un deber sagrado”, recuerda.
Un cambio durante guerra Israel – Hamás
Durante una guerra entre Hamás e Israel, Juman Al Qawasmi vivió una experiencia que la marcó profundamente. “Recuerdo que las Fuerzas de Defensa de Israel llamaron a mi ex marido y le pidieron que avisara a nuestros vecinos, porque querían bombardear su casa. Y él dijo: ‘No hay nadie en casa’. Israel temía por la vida de los civiles, están advirtiendo a la gente antes de bombardear sus hogares”, relató. Esa noche, la casa vecina fue destruida. “Sentía que iba a morir pronto. Lloré mucho esa noche”, confesó.
A partir de ese momento, Juman comenzó a cuestionar la fe islámica que había heredado. “Sentí que había algo mal con esta religión. Sentí que el Corán no tenía sentido ni el Hamás. El dios del Corán no podría ser el verdadero Dios, porque es un dios psicópata”, declaró. Vivía con miedo constante al infierno y a no agradar a Dios. En 2012, empezó a buscar respuestas: “Oraba todos los días: ‘Dios, si existes, quiero conocerte, quiero que me salves. Porque sé que en el fondo hay un Dios’”, recordó.
Un sueño que lo cambió todo
En medio de una profunda crisis espiritual, Juman tuvo un sueño con Jesús. “Vi una luz brillante y una figura que me decía: ‘Yo soy el camino, la verdad y la vida’”, relató. Aquel encuentro la impulsó a buscar respuestas fuera del islam, y encontró en el Evangelio un mensaje de amor y redención.
Su conversión al cristianismo le costó el rechazo de su familia y la persecución de su entorno. Sin embargo, afirma que encontró libertad en Cristo. “Por primera vez sentí paz. Ya no tenía que odiar para sentirme aceptada por Dios”, confesó. Hoy vive como cristiana perseguida, pero firme en su fe.
Juman comparte su historia para denunciar el uso del islam radical como instrumento de opresión y violencia. Su mensaje es claro: “Jesús me salvó del odio”. A través de su testimonio, invita a otros a cuestionar el fanatismo y a descubrir la verdad que transforma incluso las raíces más oscuras.
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