NOTICIACRISTIANA.COM.- Tel Aviv, Israel, vivió una jornada de júbilo y duelo este lunes, cuando cientos de ciudadanos se congregaron en la Plaza de los Rehenes para recibir a los últimos secuestrados vivos liberados por Hamás. Tras más de dos años de cautiverio, el reencuentro estuvo marcado por abrazos, cantos y lágrimas. “Esperábamos este momento, pero queda tristeza por aquellos que no vuelven y por los casi 2,000 muertos de la guerra Hamás-Israel”, expresó Ronny Edry, profesor de 54 años.
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Israel y Hamás tras dos años de guerra
Desde el ataque del 7 de octubre de 2023, Hamás tomó como rehenes a 251 personas, desencadenando una guerra devastadora en Gaza. Aunque muchos fueron liberados en treguas anteriores, 47 seguían retenidos, y solo 20 estaban con vida. Noga, una ciudadana que contaba los días de cautiverio con una insignia, cambió su mensaje por “Last day”, reflejando el cierre simbólico de una etapa marcada por la espera y el dolor.
El Foro de las Familias de Rehenes y Desaparecidos de Israel, convocó a la población a reunirse en la plaza con lazos amarillos, símbolo de la campaña por la liberación. “Nuestro sufrimiento no ha terminado. No terminará hasta que el último rehén haya sido localizado y devuelto para un entierro digno. Es nuestra obligación moral”, declaró la organización. Estos lazos se han vuelto omnipresentes en espacios públicos, como recordatorio de la lucha.
La canción “Habayta” (“De regreso a casa”), compuesta en los años 80, resonó con fuerza entre la multitud. Emitida por altavoces y acompañada de imágenes de manifestaciones pasadas, se convirtió en himno de esperanza. Emilie Moatti, fundadora del Foro, confesó estar “muy emocionada” al ver la respuesta del pueblo, mientras luchaba por contener las lágrimas ante la multitud reunida.
Un acuerdo que abre nuevas interrogantes
La liberación forma parte de la primera fase del alto el fuego entre Hamás e Israel negociado por el presidente Donald Trump, que incluye la excarcelación de cerca de 2,000 prisioneros palestinos. Aunque el gesto es celebrado, deja abierta la herida de los que no regresarán y plantea nuevos desafíos éticos y políticos para la región. La plaza, símbolo de resistencia, se convierte ahora en espacio de memoria y reflexión.
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