NOTICIACRISTIANA.COM – El incremento de Cristo en nuestras vidas es la riqueza suprema que Dios nos ofrece como recompensa. En medio de las incertidumbres y desafíos de la vida, se debe anhelar esa recompensa que trasciende lo material y que nutre nuestras almas.
El apóstol Arnold Ballesteros, en el programa «Cristo es Vida», explica esa profunda reflexión sobre esa recompensa de Dios para sus hijos. En este sentido, se basa en pasajes bíblicos que nos invitan a entender la realidad espiritual y la verdadera sabiduría que proviene de Dios.
Ballesteros hace referencia a textos como Isaías 40:10 y Salmo 81:16. Precisa de la recompensa de obedecer los mandatos de Dios y la exhortación de escuchar su voz.
En estos versículos, el lenguaje profético o figurativo nos lleva a comprender la relación entre la obediencia a Dios y la vida espiritual.
Cristo como semilla de trigo
Destaca también la identificación de Jesucristo como la semilla de trigo que muere y resucita, señalando su aumento y glorificación.
En el libro de Juan capítulo 12 nos habla tanto de su muerte como de su resurrección, y cómo atrae a todos hacia él mismo. Esto nos lleva a comprender que la verdadera recompensa que Dios ofrece es el incremento de Cristo en nuestras vidas.
Jeremías 9:23-24 nos recuerda que las cosas terrenales son pasajeras, pero el verdadero galardón está en conocer y alabarse en el Señor. Esta es la vida eterna que nos ofrece, participar del don de Dios y tener fe en su palabra.
Asimismo, textos como Hebreos 11:6 y 9:28 nos instan a caminar por fe, tener expectativas puestas en Cristo y en su obra redentora. La verdadera esperanza está en él, y en su retorno para transformarnos y darnos vida eterna.
Mantener las expectativas en Cristo
“El apóstol Pablo, en sus epístolas, insiste en la importancia de mantener nuestras expectativas centradas en Cristo. En las realidades espirituales, no en las cosas terrenales. La bendición de Dios es Cristo mismo, y en él encontramos sabiduría, conocimiento y vida eterna”, resalta Ballesteros.
Las declaraciones del apóstol nos invitan a reflexionar sobre la verdadera recompensa que Dios ofrece. No es otra que la vida en Cristo y la participación en su obra redentora. Esto nos llama a mantener nuestra fe y esperanza puestas en él, pues en su retorno encontraremos la plenitud de nuestra recompensa.
Más allá de las riquezas terrenales o los logros mundanos, este crecimiento espiritual nos lleva a una comunión más profunda. Con nuestro Salvador, nos colma de una paz y plenitud que el mundo no puede dar. Es en este camino de crecimiento en Cristo donde encontramos la verdadera realización y abundancia de vida.
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