MEXICO.- En 1979, durante la primera visita de Juan Pablo II al país, el 96.2% de la población mexicana era católica, cifra que según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), disminuyó 6.5% en 1990, anualidad que coincidió con la segunda estadía del Pontífice.
Quince años después, el estudio “La diversidad religiosa en México”, publicado por el instituto, estableció la cifra de católicos en un 82.7%. En 2015 el INEGI contabilizó 119 millones 530 mil 753 habitantes en México. En comparación con el censo de 1990, en promedio 8 de cada 10 mexicanos profesan el catolicismo y la tendencia descendente está ligada al aumento anual de la población en el país.
Benedicto XVI hizo su primera y única visita a México el 23 de marzo de 2012, último año del mandato presidencial de Felipe Calderón.
La política de seguridad que Calderón inició en 2006 contra el crimen organizado, dejó una cifra de 121 mil crímenes relacionados al narco. Inseguridad e inestabilidad social, fueron dos nuevos factores que halló Benedicto XVI.
Casi cuatro años después, las redes sociales han hecho eco de estas circunstancias y las críticas a la visita papal son más.
El 8 de febrero, Federico Lombardi, vocero del Vaticano, confirmó que el Papa Francisco no se reuniría con padres de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala en 2014. La negativa de Iglesia generó descontento en un amplio sector de la población sensible al caso. Asimismo, la escalada de hechos violentos en Guerrero, Veracruz y Nuevo León, los crímenes contra periodistas y la inestabilidad económica, convulsionaron aún más al país previó al arribo del Pontífice.
Según cifras de la Secretaría de Gobernación, en el actual sexenio se contabilizan más de 57 mil muertes violentas relacionadas al crimen organizado y 27 mil 659 personas desaparecidas de acuerdo con el último informe de Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas.
Estos factores, que se suman a una baja en la cifra de católicos en México, hacen que la visita de Francisco se de en un contexto radical al que encontraron pontífices antecesores.
Visita Chiapas el estado con menos católicos pero más pobre
Francisco viajó ayer a Chiapas para orar por el estado más pobre y menos católico, donde hace poco más de dos décadas hubo un alzamiento en armas en defensa de las precarias condiciones de vida de su mayoritaria población indígena.
Francisco dio una misa a comunidades indígenas y luego almorzó con ocho representantes de éstas en San Cristóbal de la Casas, una pintoresca ciudad colonial en las montañas del sur del país que fue tomada por los zapatistas al inicio de la rebelión de 1994.
76.2% de la población gobernada por Manuel Velasco Coello vive en condiciones de pobreza. De ese porcentaje, 31.8% sufre pobreza extrema, según las útimas cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política y Desarrollo Social (Coneval).
En Chiapas, la Iglesia Católica ha perdido más adeptos que en otros lugares de México: en dos décadas hasta el 2010 el porcentaje de la población que se reconoce como católica bajó diez puntos a 58%, muy por debajo de la media nacional de 83%.
En contraste, las crecientes corrientes como bautistas, pentecostales, evangélicos y adventistas han ido ganado terreno para convertir al estado en uno de los que ostenta mayor diversidad religiosa porque, según analistas, muchos dejaron de ver a la Iglesia Católica como la más cercana al pueblo.
Durante su visita a México, Francisco ha tocado temas álgidos tales como la aguda desigualdad que impera en el país, la corrupción y la violencia, aunque no ha hablado de los casos de pederastia que han escandalizado a la feligresía en los últimos años.
El Papa pidió el pasado sábado a los 170 obispos mexicanos que tengan “una mirada de especial delicadeza” para los pueblos indígenas y sus muchas veces masacradas culturas.