Vida victoriosa: elimina inconsistencias y vive con propósitos en Cristo

Primera Entrega

NOTICIACRISTIANA.COM.- Uno de los textos más citados entre nosotros los creyentes es Romanos 8:37: Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.

Yo creo que todos hemos tenido la experiencia de declarar o creer algo, sobre lo cual no conocemos el fundamento. A mí me ha pasado. Somos muy dados a acuñar frases “cristianas” en nuestro vocabulario, pero la mayoría de las ocasiones no sabemos explicar lo que verdaderamente significan.

Por ejemplo: Cuando le preguntas a otro creyente; ¿cómo estás? La respuesta en la mayoría de las ocasiones es: “bendecido(a)”, o “en victoria”, “ya tu sabes tratando de servirle al Señor”, en los peores casos; “pues ahí, luchando con el diablo.”

Usualmente lo que esto significa es, que la condición de la persona en ese momento proyecta algo de lo que la frase comunica. Por ejemplo, si estoy en victoria, significa, que sino todo por lo menos, la mayoría de las cosas están bien, si estoy bendecido(a) es equivalente a que cosas buenas están sucediendo en el momento.

Un aspecto que noto es que, si por alguna razón las condiciones de la persona cambian, también cambia lo que cree o el fundamento sobre lo cual había establecido su declaración.

Si todo va bien, esta “en victoria”, pero si algo cambia tiene que ser que no está orando lo suficiente, quizás es un pecado oculto, o una maldición generacional que de alguna manera apareció.

¿Sera esa la victoria que el Señor quiere que experimentemos? Una victoria dependiente de condiciones favorables o confesiones sin fundamento.

¿Cuál es el fundamento de la vida victoriosa? ¿Si tus condiciones cambian, cambiara tu victoria? ¿Habrá victorias que Dios no nos ha dado?

Este articulo comienza una nueva serie de estudios sobre el fundamento de la vida victoriosa. Serás edificado, afirmado y liberado de conceptos que más que empoderarte a vivir como “más que un vencedor” te mantienen limitado a una vida por debajo de lo que ya en Cristo has recibido.

La realidad es que muchos creyentes sinceros, han creído en Cristo como el salvador de su vida, han nacido de nuevo, sin embargo, viven atados y paralizados porque desconocen el fundamento de una vida victoriosa. Te anticipo que es mucho más de lo que sabes o te han enseñado.

Si para ti una vida victoriosa está fundamentada en tu esfuerzo personal, determinación, capacidad de vencer el poder del pecado que te acedia, tu vida devocional, tu conocimiento de la Biblia, y otras cosas más – lamentablemente tengo que decirte que estas condenado a la derrota.

La mayoría de los creyentes saben han sido justificados por la fe (Declarados justos delante de Dios, exonerados de la paga del pecado) pero, que para vivir una vida victoriosa ahora depende de ellos.

En una ocasión, un predicador conversaba con otros sobre las experiencias inconsistentes que tienen muchos creyentes; un día están en victoria y otro día están derrotados, un día se sienten que Dios los ama, pero otros días se sienten que están lejos del Señor, lo más común en ellos es el desánimo y la lucha como una experiencia constante, antes esto el predicador dijo: “Eso, no es la experiencia cristiana, aunque es la experiencia de muchos cristianos”.

Una vida victoriosa es un milagro, así como lo es la salvación. No depende de nosotros sino de la obra del Señor en nosotros.

Como veras en este estudio el fundamento de la vida victoriosa es Cristo, pero las condiciones para experimentarla son solo dos: Rendirte y Fe.

Muchos creyentes no han rendido su vida incondicionalmente al Señorío de Cristo. ¿Si en este momento hubiera algo en tu vida que no estas rindiendo al Señor, se lo entregarías a El ahora? ¿Por qué no le rindes y le entregas todo lo que tienes y todo lo que eres? Cada habito en tu vida, cada ambición, cada esperanza, cada uno de tus seres queridos, todo lo que posees, todo esto él lo debe tener si Él ha de ser no solo el Señor, sino tu propia vida.

Este es el primer paso de las dos condiciones. Pero, eso no es todo. Quizás, esto tú lo hiciste muchos años atrás, y te has estado preguntando porque no has experimentado una victoria consistente en muchas áreas de tu vida.

La razón es porque una vida rendida no es necesariamente una vida victoriosa. No hay victoria sin rendimiento, pero puede haber rendimiento sin victoria. Para nuestra tristeza es la experiencia de la mayoría.

Esta es la razón por la cual muchos continuamente se cuestionan y se desaniman. Según ellos, están haciendo todo lo que le han ensenado para vivir en victoria. Pero, por alguna razón que nadie le puede explicar, algo todavía falta. Es como si fuera un misterio, una fórmula que nadie nos ha dado el código.

Una vida victoriosa es una obra total y exclusivamente de Dios. El día que tu incondicionalmente pusiste todo “a los pies de Cristo” y te rendiste completamente a su señorío, debes saber y recordar que ahora es su responsabilidad y obligación (lo digo con reverencia) librarte del poder del pecado. El no solo te libra de la paga del pecado sino también del poder del pecado.

Romanos 8:2

Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Romanos 6:14

Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

2 Corintios 12:9

Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.

El Señor ha estado esperando que dejes de orar por una victoria y comiences a adorarlo por LA VICTORIA.

Demasiados cristianos posponen y previenen la victoria en su vida porque se pasan orando por ella, cuando el Señor ha estado esperando que le adores por la victoria que ya él te ha dado. Tu no oras para que la gracia sea suficiente, él dijo que ya lo es, nuestra respuesta solo debe ser, “gracias Señor”.

Que te parece si comenzamos esta serie declarando el milagro de una vida victoriosa diciendo y confesando que es cierto lo que Dios ha dicho:

“Yo sé que, en Cristo Jesús, todas mis necesidades han sido y están siendo suplidas, porque Su gracia es suficiente para mí”.


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