NOTICIACRISTIANA.COM.- El matrimonio es un pacto sagrado creado por Dios, destinado a ser un compromiso de por vida entre un hombre y una mujer. Este compromiso no debe tomarse a la ligera y requiere un esfuerzo diario para construir un matrimonio que glorifique a Dios.
Ser un cónyuge comprometido significa mantenerse fiel en corazón, mente y cuerpo al pacto matrimonial. La Biblia, en Hebreos 13:4, insta a honrar el matrimonio y mantener la pureza, advirtiendo que Dios juzgará el adulterio y la fornicación.
1. El diseño de Dios para el sexo se retuerce
El sexo fue diseñado como un acto desinteresado de profunda intimidad entre cónyuges, tal como se menciona en Génesis 2:24 («serán una sola carne»). Dios desea que las parejas experimenten placer mutuamente y no con nadie más, ni siquiera a través de imágenes.
La pornografía, por otro lado, es egoísta y no requiere una relación ni amor, lo que lleva a una insatisfacción profunda y potencialmente a la adicción.
Esta es una táctica del enemigo, cuya misión es destruir, incluyendo el matrimonio (Juan 10:10).
La pornografía no sólo destruye la intimidad matrimonial, sino que también puede llevar a la destrucción de familias y sociedades. Según un artículo de Enfoque a la Familia, el sexo que honra a Dios y al matrimonio se basa en el amor generoso y el autosacrificio, fortaleciendo la relación.
En contraste, la pornografía se centra en la satisfacción personal a expensas del cónyuge, contraria al diseño divino del sexo, que se basa en el sacrificio mutuo, el respeto, la dignidad y el cuidado entre los esposos.
2. Pérdida de intimidad y confianza
Cuando un cónyuge descubre la adicción a la pornografía de su pareja, la confianza se rompe de inmediato.
Esto provoca que se cuestionen la autenticidad de su relación y sus momentos íntimos, sintiéndose profundamente traicionados y obligados a enfrentar emociones intensas.
Aunque algunos justifican su comportamiento pensando que no es infidelidad por no involucrar a una persona real, en realidad, esto daña el compromiso matrimonial y rompe los lazos de confianza e intimidad, los cuales pueden tardar años en reconstruirse.
3. Distorsiona la visión sobre la relación matrimonial
La búsqueda de pornografía para satisfacer deseos sexuales puede afectar la intimidad en el matrimonio, cambiando la visión del sexo y haciéndolo más transaccional, lo que elimina la necesidad de intimidad.
Esto puede hacer que el cónyuge se sienta utilizado o preocupado por que su pareja esté en un mundo de fantasía durante su tiempo juntos.
Según Carlos Santiago en familylife.com, el sexo conyugal sin la influencia de la pornografía permite exponer imperfecciones y recibir aceptación, y la Biblia usa esta relación como imagen de la relación de Cristo con Su iglesia.
4. Causa dudas en el cónyuge
Cuando un cónyuge descubre la adicción sexual de su pareja, suele atribuirlo a sus propias carencias, creyendo que no son lo suficientemente atractivos. Esto puede llevarles a intentar cambiar su apariencia. La adicción no solo destruye el matrimonio, sino que también afecta a las personas individualmente.
La adicción a la pornografía funciona como cualquier otra adicción: una experiencia con la pornografía libera dopamina, produciendo placer y satisfacción momentánea. Sin embargo, esta sensación desaparece rápidamente, dejando sentimientos de culpa y vergüenza. Debido a su naturaleza adictiva, la persona sigue recurriendo a la pornografía.
Comprender esta dinámica puede ayudar al cónyuge a apoyar a su pareja en la recuperación, acercándose con empatía y acompañándolo en su proceso de sanación.
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