Implantes de microchips son «sensación» en Australia

Nínro Ruíz Peña

AUSTRALIA. – Australia puede convertirse en el primer país del mundo que ofrece implantes de microchips a gran escala para su población. Desde 2010, el gobierno del país analiza un plan potencial para utilizar los microchips RFID para modernizar su sistema de salud.

Este año, la idea parece estar empezando a ser popular, pero la motivación no es el resultado de una campaña del gobierno. A través de anuncios se está mostrando cómo el microchip implantado en la piel trae beneficios, esto ha provocado una demanda espontánea.

El NEWS.com.au ha publicado recientemente un artículo titulado: «Australianos abrazan la tecnología de los microchips para ser sobrehumanos».  Según el sitio web, esto es una de las cosas más importantes en el país, cientos de australianos están buscando beneficiarse de la oportunidad de abrir puertas, encender las luces y tener acceso a las computadoras sólo con un movimiento de su mano.

La «chica de la propaganda» es Shanti Korporaal, de Sydney, que implementó dos microchips diferentes, del tamaño de un grano de arroz, una en cada de sus manos. En una de ellas tiene el control de puertas y portones, no necesitando claves y contraseñas para acceder a su ordenador o dispositivo móvil.

Por otro lado, el implante funciona como una tarjeta de visita, y se comunica con el teléfono inteligente, permitiéndole geolocalización y almacenamiento de datos médicos complejos.

Junto con su marido, ella creó el «Chip My Life», un servicio de distribución de implantes que pretender expandir la idea a todas las regiones de Australia. Korporaal espera que dentro de unos años sus microchips se pueden configurar para pagar las cuentas y tal vez poner fin a la necesidad de dinero en efectivo y tarjetas de crédito.

«La idea de super-humanos presentadas en muchas historias de ficción ya es real», resalta ella. En su entrevista con el sitio australiano, Shanti, de 27 años, dijo que su familia y amigos ya están celosos de su nuevo estilo de vida con microchip.

«No tenían más oposición a mis tatuajes, pero sí en relación con el chip. Mis amigos están celosos», asegura.

1200 usuarios con chips

El médico Amal Graafstra, que inyectó los chips en Shanti Korporaal asegura haber hecho lo mismo en unos 1.200 australianos. Según él, después de anestesia local, la inclusión se realiza en dos segundos.

Con precios que van desde 80 a 140 dólares, cualquiera puede unirse. Estas comunidades crecientes de «biohackers» que creen que pueden utilizar la tecnología para mejorar el rendimiento humano, no se limita a Australia.

Recientemente, una empresa de Suecia ofreció a los empleados la opción de intercambiar sus tarjetas de identificación por chips que abrirían las puertas y marcarían el «punto». Más de 400 aceptaron la propuesta.

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