Cada vez es más común encontrar iglesias evangélicas brasileñas en Mozambique, estas instituciones son responsables de impulsar el crecimiento de la religión en el país. El último censo, lanzado en 2007, muestra que el 10% de la población de Mozambique es evangélica, siendo la cuarta religión más practicada en el país. El crecimiento está relacionado con el trabajo de las iglesias brasileñas que han realizado su trabajo en el país africano.
Sin embargo, una de las iglesias que operan en Mozambique, es la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD, conocida en Brasil pero en Latinoamérica como Iglesia Pare de Sufrir) que, según un informe del RFI es la iglesia brasileña más influyente de todos. La IURD, ha estado por más de 20 años en el país y tiene sólo seis iglesias en la capital, Maputo.
Iglesia Pare de Sufrir, considera una secta o seuda iglesia, se mantiene, al igual que en Brasil, con programas de radio y televisión difundiendo mensajes religiosos e invitando al público a conocer los templos, uno de los cuales se encuentran en una de las principales avenidas de la ciudad, y otros dispersos en las provincias.
El éxito de las iglesias brasileñas en Mozambique, explica el sociólogo mozambiqueño João Colaço, es el discurso contra la pobreza y el sufrimiento de la gente. «A pesar de que salimos de la guerra por más de 20 años, esto no significa necesariamente el fin de los sufrimientos de las personas. Nos las arreglamos para superar algunos problemas, pero hay otros: la exclusión social, la pobreza, no sólo en las zonas rurales, sino también en toda la ciudad. Y la gente suele buscar a las iglesias cuando tienen problemas», dijo él a RFI.
Atraídos por el mensaje de que sus problemas pueden ser resueltos, más y más mozambiqueños buscan las iglesias brasileñas que se instalan en el país como en el caso de la cocinera Rosa Sumbana, una miembro de Iglesia Pare de Sufrir. Ella llegó a la iglesia cuando su marido estaba enfermo. «Tenía todos los miembros atrofiados, brazo, pie, y su boca virada”, dijo ella, testificando que su marido fue sanado.
Hoy Rosa dice que va a la iglesia todos los días porque ahí es donde está la paz. «¿Tengo razones para quedarme en casa? ¿Sin esa paz que encontré aquí? No hay comparación».
El sociólogo, sin embargo, hace una advertencia a la gente de su país instando a la precaución sobre el discurso de las iglesias, que procuran dar asistencia especializada principalmente en casos de enfermedad.