«Bombas me llevaron a Cristo», dice Kim Phúc conocida por foto histórica

CANADÁ.- Más de 40 años después de ser fotografiada por las lentes de Nick Ut, la vietnamita Kim Phúc dice que las bombas de Napalm la llevaron a Cristo. La foto icónica recorrió el mundo e ilustró incontables libros de historia que relataban la guerra de Vietnam.

En la época Kim tenía sólo nueve años de edad. La imagen, que hizo que el mundo se ahogara, retrataba a la niña desnuda, a gritos huyendo del bombardeo en Vietnam en una carretera gris, frente a soldados sin expresión. A lo lejos, la nube de humo, resultado de los bombardeos en las rutas comerciales usadas por los rebeldes vietcongues.

«Estas bombas me trajeron un dolor inconmensurable. Y aún así, mirando las últimas cinco décadas, percibo que aquellas mismas bombas que trajeron tanto sufrimiento también trajeron una gran cura. Estas bombas me llevaron a Cristo», cuenta Kim.

Cuando era niña, Kim fue creada en la religión Caodaísta (o morada alta). Ella cuenta que buscaba ayuda en el Cao Dai, pero cada día que pasaba la frustración era mayor.

«Seguí a soportar el peso incapacitante de la rabia, amargura y resentimiento en relación a aquellos que causaron mi sufrimiento – el fuego ardiente que penetró en mi cuerpo, los baños de quemadura que siguieron, la piel seca y con picazón y la incapacidad de sudar, que transformaron mi carne en un horno en el calor sofocante de Vietnam. Yo ansiaba el alivio que nunca vendría. Y, sin embargo, a pesar de todas las últimas circunstancias externas, el dolor más angustioso que sufrí durante aquella temporada de vida residía en mi corazón», contó.

La conversión de Kim Phúc  sucedió después de una búsqueda intensa de respuestas. En 1982 la joven estaba en la Biblioteca Central de Saigón, buscando libros religiosos. Entre los muchos, eligió hojear el Nuevo Testamento y allí, después de algunas horas, entendió cuál sería la decisión que debía tomar.

«Nunca había sido expuesta a este lado de Jesús – el herido, el que tenía cicatrices. Reviví esta nueva información en mi mente, saboreando la luz que fue lanzada de todos lados. Cuanto más leía, más yo pasaba a creer que él realmente era quien decía ser, que él realmente había hecho lo que él dijo que había hecho, y que – lo más importante para mí – realmente haría todo lo que había prometido en su palabra», contó.

Poco tiempo después, en la víspera de Navidad, Kim Phúc  estaba participando en un culto especial en una pequeña iglesia en Saigón, a unos kilómetros de la carretera donde todo el dolor había comenzado.

«Mientras escuchaba este mensaje, sabía que algo estaba cambiando dentro de mí. Cuán desesperadamente necesitaba paz. Cuán pronto estaba yo para el amor y la alegría. Yo tenía tanto odio en mi corazón – tanta amargura. Yo quería dejar todo mi dolor. Yo quería perseguir la vida en vez de apegarme a las fantasías de la muerte. «Yo quería a ese Jesús», dijo.

Ahora con 55 años, Kim Phúc  agradece a Dios por todo el sufrimiento y entiende que la guerra y las lágrimas la llevaron a Cristo y le dieron un regalo muy valioso: la salvación.

«Casi medio siglo ha pasado desde que me vi corriendo – asustada, desnuda y con dolor. Nunca olvidaré los horrores de aquel día – las bombas, el fuego, los gritos, el miedo. No voy a olvidar los años de prueba y tormento que siguieron. Pero cuando pienso en cuán lejos llegué, percibo que no hay nada mayor o más poderoso que el amor de nuestro bendecido Salvador. Hoy agradezco a Dios por esa foto y por todo lo que he vivido. Doy gracias especialmente en este camino», agregó.

[ Fuente: Christianity Today ]

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