“La cárcel o la iglesia” son las opciones que tienen las prostitutas en Arizona

Iglesia/Estado

En vez de ser llevadas a la cárcel, las prostitutas detenidas en las calles de Phoenix, Arizona, son llevadas a una iglesia donde pueden decidir si someterse a una terapia o pasar en una celda de la penitenciaría del estado.

Conocido como Proyecto ROSE, este controvertido programa afirma haber recuperado más de 350 mujeres desde que comenzó en el 2011. Idealizado por directora de la Oficina de Tráfico Sexual en el estado de Arizona, Dominique Roe-Sepowitz, deja claro que ella es evangélica y que el objetivo es facilitar el acceso a la salud, la vivienda y otros servicios de apoyo para las trabajadoras sexuales para que cambien sus vidas.

Sin embargo, las que han pasado por el programa o tiene cualquier plazo pendiente por otros delitos, no pueden participar. Ahora, activistas locales están pidiendo la extinción del Proyecto ROSE, acusando a sus organizadores de coerción religiosa.

El teniente James Gallagher, ex jefe de la policía de Phoenix, dice que el problema es mucho más complejo que eso. Roe-Sepowitz quien es profesora de sociología, explica que están tratando de ayudar a las mujeres a encontrar un nuevo camino y dejar este peligroso estilo de vida.

Ella afirma que el 35% de las mujeres que han pasado por el proyecto ROSE, actualmente tienen vidas más saludables y productivas. El principal argumento de los críticos es que la Iglesia Bíblica Bethany, recibe unos 3.000 dólares cuando se inserta una mujer en el programa. Por otro lado la policía realiza operaciones de incautación mensual por lo que el número de mujeres varía cada mes.

En los últimos años, la policía en varios estados de Estados Unidos ha cambiado las leyes sobre la prostitución, a menudo en busca de hacer un «enfoque más humano» y reducir las sanciones para brindar programas alternativos, pero ninguno es como el de Arizona.

Un estudio en el 2013, realizado por el Instituto de Medicina y el Consejo Nacional de Investigación que examina el tráfico sexual y explotación sexual de menores, recomendó «enfoques de colaboración con personas y entidades de diferentes sectores para obtener resultados más duraderos».

A pesar de ello, el movimiento que exige el fin del Proyecto ROSE acusa a la iglesia de hacer «imposición moral» sobre las mujeres aprendidas. Una de las líderes es Mónica Jones, quien fue arrestada por prostitución en el pasado y a una condena de connotación religiosa en el programa. Ella nunca terminó el programa, pues no quería someterse. Ahora dice: «Yo no estaba avergonzada de ser una trabajadora sexual. Las otras chicas me preguntan por qué no me sentía bien. Bueno, yo sólo creo que tengo el derecho de hacer lo que quiera con mi cuerpo».

Traducido y adaptado por NoticiaCristiana.com de Vice News

Deja una respuesta