ZAMBIA.- Zambia, es un país africano con unos 12 millones de personas que ha experimentado una crisis económica en los últimos años. Además de las nuevas leyes, la solución encontrada por el presidente Edgar Lungu era entregar de nuevo al país a Dios. Alrededor del 70% de la población se declara «protestante» o «evangélica».
La Constitución de Zambia, promulgada hace 24 años, establece claramente que «Zambia es un país cristiano que respeta el derecho a la libertad de conciencia y de culto de sus ciudadanos». El documento también garantiza la protección de los no cristianos, garantizando la libertad religiosa.
A comienzos de este año, Lungu celebró el compromiso de la nación con Dios en la capital Luzaka, dando el poder de la sede. Estuvieron presentes líderes de diferentes iglesias. Hubo presentaciones de grupos de alabanza y un tiempo para interceder por la nación. El tema oficial es «establecer la base para una Zambia inteligente, renovando nuestro compromiso con la reconciliación a través del amor y el perdón».
El presidente hizo un llamamiento a todos los ciudadanos del país en base a sus actitudes en el amor. Enfatizó su compromiso con el decreto que establece que el territorio es dedicado a Dios y permanecerá en vigor.
«Es evidente que lo recordamos en la inauguración oficial del Parlamento. Yo digo que el odio, el rencor, el desprecio y los celos no tienen cabida en una sociedad como la nuestra, porque somos una nación cristiana», dijo el presidente en su discurso destacando que Jesús es la «piedra angular» de la sociedad.
Lungu ha recibido muchas críticas por hablar constantemente de la religión. El 18 de octubre de 2015, con la colaboración de varias iglesias en el país, decretó un día de oración y ayuno nacional. Curiosamente, un gran arco iris alrededor del sol fue visto en la capital Lusaka, que para muchos fue una señal de aprobación divina.
La postura puede parecer extraña a los países occidentales, acostumbrados a amplios debates sobre la laicidad del Estado. Sin embargo, no es raro en África. A finales de 2015, Gambia declaró al mundo que era una república islámica. La decisión del presidente, Yahya Jammeh, se ha utilizado como una justificación «para distanciar a la nación de su pasado colonial».