RUSIA. – Después de meses de debate, los Testigos de Jehová están prohibidos de existir oficialmente en Rusia. El Ministerio de Justicia condenó y suspendió las actividades del grupo religioso, el jueves (20). En la opinión del Gobierno, son «extremistas» y por la nueva ley rusa religiosa todos sus 396 templos, llamados Salón del Reino, serán cerrados.
Hay alrededor de 170.000 seguidores del grupo que se considera una secta del cristianismo. El pasado 15 de marzo, el Tribunal Supremo del país recibió la acción de esa religión. En caso de que continúen recopilando o distribuyendo literatura pueden ser procesados y sus propiedades pueden ser confiscadas por el Estado.
Un representante de los «Testigos de Jehová», dijo que apelarán la decisión. A partir de ahora no serán capaz de hablar de su fe. Según el sitio de la organización internacional, ellos se registraron como un grupo religioso en Rusia en 1991, justo después de la caída del comunismo y el retorno de la libertad religiosa.
Sin embargo, en los últimos 20 años los promotores rusos en varias localidades periódicamente han buscado prohibir o restringir las actividades del grupo, acusándolos de ser un culto que destruye las familias, promueve el odio y amenaza la vida.
La decisión del gobierno ruso en la práctica equivale a grupos terroristas como el Estado Islámico o Al Qaeda. Esta es la mayor prohibición de la práctica religiosa en suelo ruso desde el fin del régimen comunista en 1989.
Los expertos creen que esto sienta un precedente peligroso para otros grupos religiosos como los mormones o incluso los evangélicos quienes corren el riesgo de ser penados con la misma ley. Desde mediados de 2016 muchos pastores evangélicos fueron detenidos y misioneros extranjeros deportados.
Desde el comienzo de la segunda mitad de 2016, entró en vigor la prohibición de todas las formas de proselitismo fuera de los templos, incluyendo predicación del evangelio y la distribución de literatura cristiana.
Sólo se permiten reuniones en los hogares para este fin o divulgación en línea de cualquier grupo religioso. Esto afectó a la obra misionera, ya que incluso los grupos evangélicos que distribuían las Sagradas Escrituras les confiscaron las biblias y fueron acusados de promover el extremismo.