ISRAEL. – La visita del presidente de EEUU, Donald Trump, a Israel ocurrirá entre los días 22 y 23 de mayo. Se ha especulado mucho si se anunciará el cambio de la embajada estadounidense a Jerusalén, como una promesa de campaña que hizo el mandatario. El gesto es mucho más que una decisión administrativa, afecta a toda la política exterior en relación con Oriente Medio.
Una vez que la UNESCO aprobó otra resolución contra Israel, afirmando que el país no tiene soberanía sobre su capital, llamándola «territorio ocupado», el gobierno israelí reaccionó. En la misma fecha que la ONU firmó el documento – 2 de mayo – Israel conmemoraba los 69 años de su independencia. Al considerar el documento una afrenta, el presidente Reuven Rivlin hizo un llamamiento público.
«Ha llegado el momento de acabar con esto absurdo y reconocer a Jerusalén como la capital», insistió, pidiendo la transferencia de todas las representaciones diplomáticas en el país.
El primer ministro, Benjamín Netanyahu, también presente en la celebración, reforzó el pedido, calificando como absurdo el gesto de la agencia especializada de la ONU.
«Todavía existe una brecha entre nuestras relaciones bilaterales, en expansión y crecimiento, y la diplomacia multilateral», observó, añadiendo desear que esa brecha desaparezca, pidió: «Cambien vuestras embajadas a Jerusalén, la eterna capital del pueblo judío durante 3.000 años».
Hasta el momento ningún país ha dado indicios que lo hará. Rusia es el único país que reconoce oficialmente a Jerusalén como capital de Israel. El mes pasado, el Kremlin divulgó la decisión, haciendo la salvedad que se refería a la porción occidental y que no tiene planes de cambiar su embajada.
Pronto Israel conmemorará el 50 aniversario de la unificación de la ciudad, desde que la porción oriental se reanudó de Jordania durante la Guerra de los Seis Días, en 1967. La semana pasada, durante un evento político, Netanyahu volvió a hacer un llamamiento público a Estados Unidos, como sus grandes aliados, den el ejemplo.
A causa de las decisiones de la ONU, el reconocimiento de Jerusalén está condicionado a un acuerdo entre israelíes y palestinos, que reivindican la porción oriental como suya. Extrañamente, Jerusalén posee consulados generales, que en la práctica funcionan como embajadas, pero para lidiar con la Autoridad Palestina.
Además de Estados Unidos, en Jerusalén Occidental se encuentran las representaciones diplomáticas de Francia, Italia y Grecia. Otras cinco – Reino Unido, Turquía, Bélgica, España y Suecia – se encuentran en Jerusalén Oriental. La Unión Europea y la Santa Sede también tienen oficinas de representación en Jerusalén Oriental.
Ninguno de los países que poseen estos consulados de hecho en Jerusalén reconoce la soberanía israelí sobre la ciudad. En consecuencia, sus embajadas oficiales permanecen en Tel Aviv.
Polémica antigua
Desde la fundación del Israel moderno, en 1948, la mayoría de las embajadas se quedaban en Jerusalén. Sin embargo, el escenario político internacional contrario a Israel comenzó a tomar la forma actual tras la aprobación de la Resolución 478 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, firmada en agosto de 1980.
Ella exigía a los países miembros de la ONU trasladar las representaciones diplomáticas a Tel Aviv, ya que Jerusalén pasaba a ser considerada una «ciudad internacional», cuestionando la soberanía del gobierno israelí sobre ella.
Las recientes decisiones de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) pasaron frontalmente a negar la soberanía de Israel sobre sus lugares santos, así como Jerusalén. El 2 de mayo la Resolución de la sesión 201ª fue propuesta por países musulmanes y aprobada por la mayoría de los votos.
Actualmente existen 87 embajadas extranjeras en Tel Aviv, aunque Jerusalén es la capital. El Knesset [Congreso], la sede de los ministerios, el Tribunal Supremo y la residencia del primer ministro están basados en Jerusalén.