Por Ulises Oyarzún. – Por mucho tiempo en las iglesias evangélicas se pensó que la depresión era un simple estado de ánimo. Algunos más carismáticos creían que era un «demonio».
Es evidente que como cristianos siempre, históricamente, nos ha costado horrores escuchar las voces que provienen de la ciencia, es como si camináramos rezagados, a bastante distancia de los avances interdisciplinarios.
Mientras parte del mundo vive en la modernidad, otros en la posmodernidad, me parece que muchos evangélicos, tanto en moral, como en conocimiento, vivimos en tiempos pre científicos y pre modernos.
Históricamente, a los cristianos les ha costado horrores reconocer que el mundo no era plano. Quemaron personas por no aceptar que la tierra era la que se movía.
Cuando nacieron las Repúblicas, con Biblia en mano insistieron que el único modelo era la monarquía.
Hundieron en el horror a cientos de seres humanos por su color de piel, y quienes más defendían el sistema esclavista fueron hombres devotos amparados en los textos de San Pablo.
Hoy basados en textos parecidos les ha costado un mundo darles el espacio a las mujeres, como si fueran seres humanos de segunda categoría.
Para qué decir de quienes defienden lo indefendible, se atreven a cuestionar estudios que aparecen en prestigiosas revistas de ciencias y que son el consenso de muchos paleontólogos y arqueólogos, que nos dicen, que antes que apareciera el ser humano en el planeta, el mundo ya era un lugar hostil, terrible donde la única manera de sobrevivir era o huyendo o matando al más débil… Y así, suma y sigue.
Y con respecto a la depresión, y a las enfermedades mentales, estamos en deuda.
Una, porque nos ha costado asumir que la ciencia en muchos sentidos ha tenido razón.
Y otra, porque en vez de tener comunidades terapéuticas en nuestras
iglesias, muchas son comunidades que atraen y perpetúan los problemas
psicológicos y psiquiátricos. Partiendo de líderes con serias patologías.
La depresión es una enfermedad, y así como la diabetes, si no tiene atención profesional te puede llevar a la muerte.
Así que, si tiene depresión y su líder o la iglesia cuestiona su espiritualidad porque usted quiere atenderse con un profesional, un consejo: Huya de ahí, pida ayuda, sus hijos y su familia lo (la) necesitan, y busque una comunidad de fe, pero esa que tiene una Biblia en la mano, pero se ha abierto a tener criterio y sentido común.
Ulises Oyarzún
Escritor, teólogo, comunicador.
Pastor Vástago Epicentro
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