Cristianos sirios tienen la esperanza de volver a Maalula donde fueron expulsados

Siria.- En el barrio cristiano damasceno de Bab Tuma, Fadi Mayal, un empresario de la construcción de 42 años, sueña con regresar a su pueblo de Maalula, aprovechando que ahora vuelve a estar bajo control del ejército sirio.

«Me hubiera gustado celebrar el domingo la Pascua allí, pero todavía es un poco pronto porque quedan células latentes», afirma este hombre en una callejuela del casco antiguo de Damasco.

Expulsadas de Maalula en diciembre, las tropas del régimen del presidente Bashar al Asad recuperaron, con la ayuda del Hezbolá chiita libanés, el control de esta localidad histórica situada en las montañas de Qalamun, a 55 km al norte de Damasco.

Maalula se ha convertido, según los desplazados, en una ciudad fantasmal, «sin agua ni electricidad», por lo que sería «prematuro» regresar.

La localidad, que tenía 5.000 habitantes antes de la guerra, es conocida por sus refugios trogloditas que datan de los primeros siglos del cristianismo. La mayoría de sus habitantes son grecocatólicos y hablan arameo.

Antoinette Nasralá «sintió una inmensa alegría» en cuanto se enteró el lunes de la «liberación» de Maalula, pero «le entristecen» los destrozos de las iglesias.

«Queremos pasar el próximo verano en el pueblo», afirma esta joven de 35 años que espera que la fiesta de Cruz de septiembre recupere los fastos de antaño.

Antes, el 14 de septiembre, con motivo de la Exaltación de la Santa Cruz, las colinas de los alrededores se iluminaban con fuegos artificiales y los visitantes, tanto cristianos como musulmanes, acudían a cenas y a las ceremonias religiosas.

Neumáticos con explosivos

Pero el año pasado no se celebró la fiesta. Era la primera vez que esto ocurría. Los rebeldes, sobre todo los yihadistas de Al Qaida, se apoderaron de ella el 9 de septiembre, provocando la huida de los habitantes.

El ejército recuperó el control de la parte baja del pueblo tres días después, y los rebeldes se quedaron en los altos de este acantilado, pero en diciembre expulsaron a los soldados lanzándoles desde arriba neumáticos llenos de explosivos.

«Las casas fueron saqueadas y algunas incendiadas», asegura Diab Bakhit, un jornalero de 62 años.

«En Damasco, la vida social es diferente ya que en nuestro pueblo todo el mundo se conoce y aquí además no hay trabajo debido a la crisis», añade Fadi Mayal, que afirma haber visto en un vídeo su casa incendiada por los rebeldes porque había colgado un retrato de Bashar al Asad.

«Deseo de todo corazón que la situación vuelva a ser como antes. Tenemos miedo de olvidar el arameo, no sabemos cuándo volveremos a casa», se lamenta Nasralá.

En el verano Maalula era mayoritariamente cristiana gracias a la llegada de cientos de cristianos de Damasco y del extranjero, y en el invierno predominaban los musulmanes.
Una mujer de 50 años que vive en una habitación con su marido y sus cuatro hijos también desea volver.

«Si nos lo autorizan, regresaremos inmediatamente. Aquí estamos muy decepcionados, vivimos de ayuda y escasea», cuenta esta mujer que prefiere mantenerse en el anonimato.

Los cristianos, en su mayoría favorables al régimen de Bashar al Asad, representan el 5% de la población siria

Fuente: Terra

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