Esta interrogante ha causado malestar no solamente a la alta jerarquía del clero católico del Perú, sino también a ciertas autoridades gubernamentales, incluyendo al presidente Alan García Pérez, quien ha cuestionado la pregunta acerca de la opción religiosa en el censo nacional que se realizará el domingo 21 de octubre en ese país andino.
Es más, el jefe de Estado que el jueves participó de la Procesión del Señor de los Milagros, uno de los cultos más tradicionales del país incaico, sugirió al estatal Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), responsable del próximo censo, tomar en cuenta la preocupación del clero católico en torno a esa pregunta.
Es evidente que en el Perú, las confesiones cristianas no católicas han crecido en los últimos diez años, estimándose por encima del 15 por ciento según cifras conservadoras y 25 por ciento para los más optimistas de religión cristiana no católica. El incremento de creyentes de fe cristiana no católica, llamada desde el siglo XIX como «evangélicos» o «protestantes» se debe al crecimiento de grupos de corte pentecostal y carismático que ahora son las iglesias más numerosas del país. Hay templos que celebran hasta siete cultos dominicales con una concurrencia total de 5,000 miembros como la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera (Distrito de Lince), Iglesia Bíblica Emanuel (San Isidro), Alianza Cristiana y Misionera (Pueblo Libre), Movimiento Misionero Mundial (La Victoria), Iglesia Pentecostal (Comas), Iglesia Bíblica Bautista (Bosque, Rímac) y diversas congregaciones carismáticas de Lima y provincias. En estos grupos no se cuentan a otras religiones llamadas sectas como Pare de Sufrir, Dios es Amor, Iglesia Adventista, Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (mormones) y Testigos de Jehová.
El presidente peruano que el pasado 30 de julio participó por segunda vez en un culto de Acción de Gracias por motivo de las Fiestas Patrias organizado por los evangélicos, no fue sabio al sugerir que no se tome en cuenta la pregunta sobre la opción religiosa en el censo, olvidándose que es presidente de todos los peruanos y no de un grupo en particular. Hay quienes creen que el jefe de Estado hizo esas declaraciones presionado por el clero católico que mantiene una estrecha relación con el Estado peruano.
Al parecer hay cierto temor entre la jerarquía de la iglesia romana sobre la verdadera cantidad de ciudadanos que profesan otra religión y que no es la católica. En su afán de considerarse con autoridad para influenciar en las conciencias de los peruanos como ocurría cuando el Tribunal de la Santa Inquisición castigaba hasta con muerte a aquellos que profesaban otra religión, el clero afirmó que ellos también son «evangélicos».
En el Perú hay libertad de cultos y todos los peruanos, especialmente los evangélicos, respetan el rol cultural que la iglesia católica ha realizado en el país, pero como ellos también afirman, la libertad de conciencia depende de cada peruano. Esperemos que la sangre no llegue al río y católicos y evangélicos se entiendan como hasta ahora ocurría antes de la incómoda pregunta en el censo nacional. La sabiduría y la prudencia deben primar entre los peruanos.
Por César Sánchez Martínez.