Tras años de discusiones y polémicas, el Gobierno brasileño, regido por Luiz Inácio Lula da Silva, ha autorizado algo inusual, el consumo de un alucinógeno en rituales religiosos. La droga se le conoce con el nombre de “ayahuasca daime u hoasca”, era utilizada por los indios de la Amazonia en sus rituales y que todavía sigue vigente en algunas comunidades.
La autorización oficial del alucigeno apareció en el Boletín Oficial del Estado, donde la ley solo permite el uso de la droga, no su comercialización, y pueden usarlo hombres, mujeres incluso embarazadas, jóvenes y hasta niños, siempre que sea durante un rito religioso.
Sin embargo, se exige que nadie abandone el lugar del rito religioso hasta que hayan pasado los efectos de la sustancia, ya que en algún caso, las personas bajo el efecto y fuera del ambiente religioso se les ocurran suicidarse.
Eduardo Suplicy, senador del Partido de los Trabajadores, y el senador del Partido Verde Fernando Gabera, aplaudieron la decisión del Gobierno fundamentando que se ha tratado de un “reconocimiento a las religiones verdaderamente brasileñas”.
Las dos religiones más importantes que en Brasil hacen uso del bebida alucinógena, son: el Santo Daime y la de Unión del Vegetal. La primera cuenta con 5 mil seguidores y está presente también en Estados Unidos, España, Inglaterra y Canadá. La Unión del Vegetal cuenta con 15 mil fieles en Brasil.
La consecuencia de la autorización de esta droga no está en que tan fuerte sea y el daño que pueda causar a los seguidores de estas dos religiones, sino que esto provoque el surgimiento de nuevas religiones o sectas que quieran usar la cocaína, la mariguana u otra droga para realizar sus ritos. ¿Se les prohibiría la autorización después de aprobar el consumo de la ayahuasca para fines religiosos?