Artículo escrito por Italo Violo, usuario NoticiaCristiana.com.
Desde hace un par de años he estado navegando por Internet y he tenido muchas y variadas experiencias. Entre ellas, poder interactuar con personas de casi todo el mundo, descubriendo diferentes formas de pensar; palabras y frases extrañas, creencias inauditas y tanto mal como bien hay en el mundo real.
Como sudamericano y con lo que considero una forma de pensar amplia y objetiva he podido contrastar el sentir de las personas en diferentes lugares del globo terráqueo y he notado algunas diferencias sutiles y otras no tanto.
Antes no puedo dejar de mencionar que es igualmente notorio que el ser humano es básicamente el mismo en cualquier lugar del planeta, sujeto a los mismos deseos y pasiones, con la misma necesidad de amar y ser amado, tan bueno y tan malo aquí como allá.
Dentro de las características que están dándole a Europa su toque distintivo está el gran patrimonio arquitectónico que adorna su paisaje y la riqueza económica e intelectual. Esta última ha venido acompañada con la proliferación de filosofías materialistas y de la negación de la fe.
La riqueza en estos órdenes discrepa con el vacío espiritual que se nota en las vidas, el cual es infructuosamente tratado de compensar con la labor social para socorrer a los ancianos para que tengan un lugar cómodo donde pasar sus últimos años, ayudar a acortar la vida de aquellos que no desean seguir viviendo o en la lucha por mejorar el medio ambiente de movimientos como el Greenpeace, el activismo por la igualdad de derechos para todos logrando modificaciones legislativas a favor de matrimonios homosexuales, etc.
No son raras las funestas consecuencias que está teniendo este contrasentido, por un lado millones de personas se expresan abiertamente y sin tapujos acerca de lo que piensan, aunque esto no es del todo malo refleja la falta de Aquél ser superior a quien dar cuentas de sus actos, cualquier acto ilícito contra los demás o contra su cuerpo está bien, siempre y cuando vaya a favor de los propios intereses o deseos.
Sobre todo esto, se erige como un monumento sombrío la gran desolación espiritual; ante tal situación no es extraño que el suicidio sea la solución para muchos problemas. Sin esperanza, la vida es hermosa mientras todo marcha bien, pero ante las dificultades serias el desplome es total, al mirar al cielo quisieran encontrar de quien sujetarse pero no pueden; «Dios no existe».
En estos días, mientras trataba con una joven española estudiante de periodismo, ella me comentaba que le habían conectado una sonda para alimentarla porque no quería comer… ¿la causa? Depresión. Sufrió un accidente que la dejó parapléjica y ya está en recuperación, solo que no volverá a caminar.
Le hablé de Dios.
_Soy atea_ me contestó y no tiene que ver con mi accidente.
_Dios te ama…_Insistí
_No puedo aferrarme a lo irreal_ refutó.
_Te escribiré un texto bíblico…
_No quiero saber…
Hablamos un poco más que eso y quedé lamentándome. Lo peor es que este no es un caso aislado, muchos están como ella en la desesperación y sin nada a qué aferrarse.
Tratar con la mayoría de los europeos se ha convertido en un reto para los creyentes porque han desechado la idea de Dios y de todo lo que tiene que ver con lo trascendente del espíritu humano. De Europa y Norteamérica salieron los misioneros durante los siglos XVIII, XIX y XX para llevar el evangelio al mundo; en el siglo XXI se necesitarán misioneros para evangelizar a Europa. El cristianismo pareciera estar perdiendo la batalla en el viejo continente. Parece que se aproxima una nueva era de oscurantismo, ya no debido a la Iglesia Católica y sus monjes sino a causa de las filosofías materialistas y ateas.
Europa muere, no ya por bombas, ni dictadores; sino por falta del Pan vivo que baja del cielo. Oremos por Europa para que la luz de Cristo brille en ese continente y utilicemos los medios que estén a nuestro alcance para llevarles la salvación que escapa de sus vidas.