NOTICIACRISTIANA.COM.- La mitad de la vida de Jennifer Louise Toro estuvo sumergida en el mundo de las drogas, pues era adicta a las anfetaminas. Hoy tiene una vida transformada y testifica como Dios la liberó de su adicción.
Ella dice que solo probó la droga una vez antes de volverse adicta. “Lo probé una vez y me enganché”, recuerda Jennifer, que ahora tiene 37 años. «La adicción me quitó la vida».
Jennifer dice que durante sus dos embarazos logró parar, pero siguió regresando. Esta condición hizo que perdiera la custodia de sus dos hijos, informa AG News.
“Podría parar de vez en cuando, pero siempre volvía. No había cura para mi corazón”, recuerda la mujer, oriunda de Chandler, Arizona.
Su dulce voz no se parece en nada a la vida de alguien que pasó 15 años adicto a las drogas. Sin embargo, ella creció en una familia enojada. Sus dos hermanos mayores se peleaban mucho. Sus padres también se gritaban mucho. En muchas ocasiones, Jennifer discutía acaloradamente con su padre.
Custodia de sus hijos
Perder la custodia de sus hijos llevó a Jennifer a un nuevo nivel de adicción. Su adicción a las drogas se intensificó, tomó una sobredosis dos veces e intentó suicidarse tragando una botella entera de un analgésico nocturno.
“Todo en mi vida se derrumbó y se quemó”, recuerda. “Nunca pensé que recuperaría a mis hijos”.
Además, su situación con las pandillas empeoró. Amenazaron con matarla porque sabía demasiado sobre sus operaciones fraudulentas. No tenía control sobre su vida cuando los líderes de las pandillas confiscaron su teléfono celular y las llaves de su auto.
Incluso sin tener una relación con Dios, Jennifer hizo una oración, pidiéndole que la dejara dormir. Dudaba que sobreviviera a la noche debido a las amenazas de los pandilleros.
Milagro de Dios
Sucedió un milagro y Jennifer se despertó de una buena noche de descanso. Salió de su apartamento, cruzó corriendo la calle y llamó a su madre desde una tienda de conveniencia para que la recogiera.
“Si estuviera en peligro real, siempre iríamos tras ella”, dice su madre Robin. Después de desintoxicarse durante dos semanas en la casa de sus padres, Jennifer se mudó al centro de mujeres y niños Home of Hope.
Quince días después, Jennifer dice que se arrodilló y le prometió a Dios que daría su vida si le devolvía a sus hijos.
Tres meses después de eso, compareció ante el tribunal. Un representante argumentó que seguía siendo una madre no apta. Sin embargo, un juez devolvió a los dos hijos de Jennifer y ordenó el cierre del caso
Posteriormente, se inscribió en el Instituto Médico Pima y se convirtió en asistente médico clínico certificado, trabajando en una unidad de atención de urgencia durante dos años.
Hace siete años, Jennifer comenzó a trabajar como voluntaria una vez por semana en Home of Hope. Luego, cuando abrió un puesto en el equipo, se convirtió en una trabajadora de tiempo completo. Hace dos años, asumió como directora del centro.
“Es un honor poder servir a Dios como directora del centro. Dios me restauró aquí”, concluyó Jennifer.
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