NOTICIACRISTIANA.COM- En una peligrosa misión a África, hace muchos años, el reverendo Henry B. Garlock (1897-1985), y su esposa Ruth, se fueron a vivir, cerca de una tribu caníbal.
Según Guiame.com, la pareja era originaria de Toms River, (Nueva Jersey), quienes llegaron a Liberia, y acamparon con un grupo de cristianos africanos, cuya frontera tocaba, la de los caníbales Pahn.
Pese a que esta historia, es de 1922, aún hoy, es fuente de inspiración, para quienes confían en el poder del Espíritu Santo.
Casi inmediatamente, que la Sra. Garlock y su esposo llegaran, ella contrajo malaria. Ante esta situación, y con la medicina agotada, Garlock tuvo que persuadir a los nativos, para conseguir el medicamento, pero el peligro era, que el camino atravesaba, el territorio de los caníbales.
Al amanecer, un grupo de hombres, abandonó el recinto y se fue, aunque no estaban seguros; sin embargo, al mediodía, el líder llegó jadeando, diciendo que uno de sus hombres, había sido capturado por los caníbales. El africano le dijo al misionero, que si no rescataban a su amigo, se lo comerían.
Fe y confianza
Poco antes del anochecer, el pequeño grupo llegó al pueblo de los caníbales, en busca de ayudar a su amigo, mientras allá se veía, una cerca que rodeaba las chozas, pero nadie estaba de guardia.
Al concluir que esta sería la prisión, donde se encontraba, Garlock les susurró a los hombres, que iba a entrar, y les indicó que hicieran mucho ruido, en caso de que algo saliera mal.
En la situación, el hombre aprovechó algunas posibilidades, de que los hombres Pahn, nunca hayan visto a un hombre blanco, y eso sería una sorpresa para ellos, por lo que entró al lugar, en oración al campamento, pidiéndole a Dios que le mostrara cada paso que tenía que dar.
Valientemente Garlock entró, hasta donde se encontraba como prisionero, y con un cuchillo de su bolsillo, cortó las ataduras del hombre, que estaban débiles; mientras afuera, ya había una multitud de africanos que gritaban, y amenazaban con cuchillos, lanzas y hachas.
Ninguno de sus hombres entonces, se encontraban allí, todos huyeron, y los dos fueron abandonados. Estaba en oración, mientras observaba a la multitud, que mantuvo distancia.
El juicio
Al descubrirlos, y frente a todos los caníbales, Garlock no podía entender ni una palabra de lo que decían, pero estaba claro, que estaban siendo juzgados. Cuando la multitud empezó a inquietarse, Garlock oró: “Señor, muéstrame que hacer. Envía tu Espíritu, para que me ayude”.
En ese momento, el misionero comenzó a temblar violentamente, tenía miedo, pero no quería que los demás supieran que estaba asustado, pero con el temblor, vino la sensación de la cercanía del Espíritu Santo.
De pronto, vinieron las palabras de Jesús: “No pienses en lo que vas a decir, ni lo pienses; pero lo que se os de en aquella hora, decidlo; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo”, (Marcos 13: 11).
Ahí Garlock, sintió una extraña audacia, y comenzó a hablar. De sus labios salían palabras, palabras que no entendía, pero que los nativos se inclinaron hacia delante, fascinados.
Estaba hablando el lenguaje de los Pahn, vio que las palabras tenían un efecto edificante, y durante veinte minutos, Garlock conversó con ellos, hasta que tan pronto como surgió el poder del hablar, desapareció, y concluyó su discurso.
Hubo un momento de espera, el jefe de los Pahn, y su ayudante hablaban, mandó a traer un gallo blanco, y con un chasquido, retorció el cuello del gallo, roció un poco de sangre, en las frentes de Garlock y del prisionero, ante el cual, el misionero interpretó, que el gallo había ocupado su lugar.
Debían ser liberados
Se suponía que su sangre, seria derramada, pero algo que dijo en el Espíritu, convenció a esos caníbales, de que él y el prisionero, debían ser liberados.
Es así, como minutos más tardes, Garlock, y el hombre capturado, pudieron atravesar la jungla de regreso, a la estación de la misión, que incluso, proporcionó dos de sus propios hombres, para guiarlos en la primera parte del viaje.
Con el tiempo, los Pahn abandonaron su vida caníbal, y se convirtieron al cristianismo. Garlock sabe, que la conversación de ellos, tuvo que ver con esa noche de luna llena, cuando sembró la semilla, con el Espíritu Santo, aunque el murió, sin saber cuál fue el significado, de sus palabras.
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