¿Qué podemos aprender de la redención del apóstol Pablo?   

NOTICIACRISTIANA.COM – Saulo de Tarso antes de ser el apóstol Pablo, era un hombre que se comportaba de acuerdo a los deseos de la carne. Él mismo dijo que era: blasfemo, perseguidor y un hombre insolente. Sin embargo, experimentó un giro radical en su vida, hasta convertirse en una persona amable que llegó a amar a las víctimas de su odio. 

El pastor Sergio Ugarte Talavera, en el programa “Agua Viva para las Naciones”, analiza el progreso espiritual del apóstol Pablo, a través de sus cartas y el historial de sus ministerios, para entender a uno de los personajes bíblicos, ejemplo de fe.

Ugarte Talavera, indica que para entender la redención de Pablo, se debe considerar que antes fue un hombre violento y el principal perseguidor de los primeros cristianos de su época. Además, que era un fariseo instruido en la ley, convencido que hacía el bien.

El pastor afirma que los primeros años de vida del apóstol, estuvo marcada por un fervor religioso, debido a su formación, que lo llevaron a una violencia exagerada contra la iglesia primitiva. 

Sergio Ugarte Talavera

Instrucción en diatriba

“A los 13 años (Pablo) fue enviado por su padres, a Palestina, para aprender la historia judía del Antiguo Testamento. Ahí fue instruido por el rabino, Gamaliel, quien le enseñó el método de la diatriba, que consistía en una metodología de preguntas y respuestas, para aprender y confrontar, ya sea para defender sus posturas o juzgar a quienes violaban la ley. Saulo, de acuerdo sus estudios, estaba en la capacidad de ser miembro del Sanedrín, tribunal supremo que gobernaba la vida y la religión de los judíos”, describe Ugarte Talavera.

El pastor explica que es probable que Pablo presenció el momento de la muerte de Esteban, según Hechos 7:58. Por lo tanto, creía hacia el bien de manera violenta, porque en Hechos 8:1, se describe que Pablo, inició una persecución contra toda la Iglesia, en Jerusalén, para erradicar a los cristianos, diciendo que actuaba en nombre de Dios.

Conversión

“Eso era Saulo de Tarso, un extremista o terrorista religioso, que creía hacia la voluntad de Dios. En Hechos 8:3, se relata cómo iba de casa en casa, sacando hombres y mujeres, para encarcelarlos. Pero, en Hechos 9:1-22, se describe el encuentro de Pablo con Cristo, en el camino de Jerusalén a Damasco, donde el Señor le dice:”Yo soy a quién tú, persigues”. Algunos eruditos aseguran que probablemente, Pablo, vio a Cristo morir”, acotó Ugarte Talavera. 

Agrega que a partir de ese  momento la vida de Saulo, cambió, y se da cuenta que todo lo que hacía estaba mal. Por lo tanto, continuó su camino a Damasco y fue enviado a Ananías, quien temía encontrarse con él, porque sabía que era malo y criminal. Sin embargo, Dios le dice a Ananias que era un instrumento escogido y profetiza los padecimiento que enfrentaría, por contar las maravillas de su reino. 

“Cuántas veces hemos descalificado a una persona y afirmamos que no puede servir a Dios. Y olvidamos que las mismas Escrituras dicen que lo vil y lo despreciado, es escogido por Dios para avergonzar a los sabios. Después que Pablo se encontró con Ananías, llegó a las Sinagogas, a proclamar a Jesús, lo que causó asombro, entre los judíos que lo conocían. Pero, a través de sus argumentos y predicación, demostró la vida en Cristo, y muchos judíos creyeron. Pablo pasó su vida proclamando a Cristo, en toda Roma, aún en medio de muchos peligros, hasta su muerte a finales de los años 60, después de Cristo”, detalla Ugarte Talavera. (Leer Hechos 9:20-22 y 2 Corintios 11:24-27). 

Enseñanza

De acuerdo al pastor Ugarte Talavera, la conversión del apóstol Pablo, dejó tres enseñanzas esenciales:

Dios puede salvar a quien quiera:  la historia del apóstol demuestra que personas pecadoras pueden ser transformadas, por la gracia salvadora de Dios en Cristo Jesús. Todos, antes de encontrarnos con el Señor, como Pablo, somos esclavos del pecado. Pero, luego experimentamos la gracia y misericordia de Dios. Pablo, no era digno de perdón de una segunda oportunidad. Sin embargo, Dios concedió misericordia y lo convirtió en el mejor proclamador de su palabra. Para Dios no hay nada imposible. 

Cualquiera puede ser testigo humilde y poderoso de Jesucristo: Pablo era un hombre preparado, pero reconoció su humildad, al plasmar en sus cartas lo que Dios quería decirnos. Es decir, no se jactaba de ser el gran apóstol, él mismo decía que era el más pequeño. Estaba consciente que debía sobresalir Cristo, a través de él. Pablo desde su conversión hasta su muerte trabajó incansablemente, por el reino de Dios, siempre fue testimonio vivo de Cristo. (Leer Hechos 20:18-31).

Glorificar a Dios

Aprendamos que cualquiera puede rendirse completamente a Dios: Pablo enfrentó muchas situaciones: naufragios, cárcel, azotes y hasta se burlaron de él. Pero, todo eso le ayudó a seguir anunciando las buenas nuevas. Entonces, antes las dificultades en lugar de quejarnos, debemos verlas como una oportunidad para que Dios nos glorifique.

El apóstol en prisión estaba contento, sabía que eso animaba a otros a predicar a Cristo. Él estaba convencido de lo que hacía, no le importaba lo que podía suceder, él solo cumplía con lo que tenía que hacer. Pablo conoció los resultados de una vida bien vivida en Cristo, de ser partícipe del propósito eterno. A pesar de las circunstancias, prosiguió en la meta del llamamiento, con esa determinación que debemos tener. Es la oportunidad perfecta que Dios utiliza para manifestarse a través de nosotros y glorificarse a través de lo que hacemos. (Leer Filipenses 1:12-14 y 21).


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