NOTICIACRISTIANA.COM.- Reema* creció en una familia musulmana que no creía que Jesucristo es el hijo de Dios. A los 13 años, Reema se mudó a Arabia Saudita con su familia. En su juventud conoció a un chico con el que mantuvo una relación y cometió pecados sexuales.
Cuando su familia se enteró, la encerraron en casa por algunas semanas. Monitorearon sus actividades, con el objetivo de evitar que tuviera contacto con su novio. Algún tiempo después, la familia se mudó nuevamente y abandonó Arabia Saudita. Sin embargo, Reema le prometió a su novio que mantendría su relación a larga distancia.
“La relación había estado llena de pecado mental, físico y emocional. Pero en ese momento, estaba completamente cegada por esta idea de simplemente estar con alguien. Esto surgió de lo que veía en el canal Disney o de lo que leía en los libros”, relató.
Incluso después de que su novio rompió con ella, Reema lo persiguió. “A los 20 años comencé a sentir que mi alma necesitaba ayuda. Sentí que no había salida”, dijo la joven.
Encuentro con Jesús
Reema buscó llenar su vacío a través de las redes sociales, bebidas y otras drogas legales. Un día se hizo amiga de una mujer cristiana que la invitó a la iglesia.
“Tenía curiosidad por saber cómo era realmente una iglesia. Fue muy extraño porque si alabas a Alá con música a todo volumen, es una falta de respeto”, explicó Reema. Durante dos meses asistió a la iglesia y escuchó acerca de Jesús. Durante un sermón, la joven sintió que el pastor le estaba hablando directamente.
“Si sientes que has desperdiciado siete años de tu vida, no te preocupes, ven a Dios y Él agregará esos años nuevamente a tu vid. “Cuando dijo que Dios podría devolverme los siete años de mi vida que me perdí, quedé absolutamente incrédula”, dijo.
Continuó: “Estaba tratando de entender cuán grande es el amor de Dios. En ese momento sentí su presencia y comencé a llorar porque era la primera vez que experimentaba el amor de Dios”.
Cuando llegó a casa, durmió y se despertó diferente: “Nunca me había sentido tan feliz en los últimos siete años. Bajé las escaleras y fue como si estuviera viendo a mi madre y a mi hermano menor por primera vez. Sus caras parecían diferentes, todo parecía diferente”.
«No tenía idea de lo que estaba pasando. Fue tan hermoso. Él me salvó incluso antes de que lo conociera. Quiero vivir para Jesús”, concluyó.
*Nombre cambiado por razones de seguridad.
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