NOTICIACRISTIANA.COM.- Existen dos zanjas que debemos evitar cuando se trata del pecado en la iglesia. En primer lugar, se encuentra la zanja de la gracia barata, donde el pecado se oculta, se reduce y se ignora. Por otro lado, está el pecador que es condenado sin compasión en la zanja de la santidad altiva.
Si buscamos vitalidad y salud espiritual, es necesario evitar ambas zanjas. No obstante, es más sencillo expresar esto que realizarlo. La gracia barata es muy destructiva, debido a que permite que un cáncer espiritual mortal se propague sin control. Convirtiendo una curita hermosa en una enfermedad mortal.
En las palabras del Señor a través de Jeremías 6:14: “Y curan el quebranto de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; pero no hay paz”. Es decir, «tratan superficialmente la fractura de mi pobre pueblo.
La gracia barata no confronta el pecado ni corrige al pecador. Además, barre todo debajo de la alfombra sin mostrar evidencia real de verdadero arrepentimiento y cambio.
Ofensores y ofendidos
Esto no solo es una burla de la sangre de Jesús. Sino también un terrible daño para la parte ofendida. Que, en lugar de recibir una corrección que salva vidas y da vida, recibe una sonrisa y una palmada en la espalda. Esto no es nada más que amor. Un certificado de buena salud se entrega a la persona que está muriendo.
En cuanto a aquellos contra los que se ha pecado, incluidos aquellos que sufrieron abusos sexuales a manos de sus líderes espirituales, la situación es aún peor. Simplemente se les dice que lo superen. «Después de todo, ¿quiénes somos nosotros para señalar con el dedo?», dicen los líderes comprometidos. «Solo perdona y sigue adelante. Además, no quieres dañar el ministerio de este poderoso hombre de Dios».
Lamentablemente, es una parte de la naturaleza humana cambiar de un lado al otro. En este caso, yendo de la gracia barata a la santidad altiva. La santidad altiva mira hacia abajo al pecador culpable con una actitud implacable y santurrona. Como si estuviera diciendo: «¡Nunca habríamos hecho lo que hiciste!» Como resultado, los que se quedan cortos deben ser emplumados y alquitranados.
Es aquí cuando se le impide el conocimiento del verdadero arrepentimiento. Una vez pecador, pecador para siempre. Sin empatía, solo ira y juicio.
Es importante saber
Pero es importante saber que Dios puede perdonarte por completo si matas a alguien. Sin embargo, por tu acto cometido, te condenarán a la cárcel o a la muerte. Nunca podrías trabajar en el ministerio de niños si abusaste sexualmente de niños. Incluso si estabas encarcelado, experimentaste un cambio radical de vida y eras realmente una persona nueva. Estos son los efectos duraderos del pecado.
Hoy en día, a la luz de un escándalo ministerial tras otro, hay mucho arrepentimiento y examen de conciencia entre los líderes.
¿No notábamos cuando alguien llegaba con una denuncia? ¿No logramos brindar un ambiente seguro a aquellos que habían sufrido una vez más? ¿Estamos promoviendo una cultura como «No tocar al ungido»?
Además, debido a nuestro celo por escuchar a aquellos contra quienes se ha cometido el pecado, con frecuencia no se muestra compasión al ofensor arrepentido, ser redentores o decir: «¡Aún hay esperanza para tu vida!»
Si deseamos ser un hogar seguro para los que sufren y los heridos, y mucho más, convertirnos en una novia santa digna del Hijo de Dios, la iglesia debe abordar estos asuntos.
Consideraciones
Primero, no minimicemos ni excusamos el pecado por un momento, y bajo ninguna circunstancia echemos el pecado no arrepentido debajo de la alfombra.
En segundo lugar, creemos una cultura y un ambiente que es amigable para aquellos contra quienes se ha pecado. Y hostil para aquellos que continúan en pecado doloroso.
En tercer lugar, cuando hay arrepentimiento, ofrezcamos amor sincero y compasión, ofreciendo así esperanza y señalando el camino hacia la restauración.
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