Papa sobre curas pedófilos: «Cuánta suciedad hay en la Iglesia»

VATICANO.- «¿Un miembro sufre? Todos los demás miembros sufren con él. Es con una cita de 1 Corintios 24:26 que comienza la carta abierta del Papa Francisco publicada el lunes (20). Él admite «vergüenza y arrepentimiento» por la manera en que la Iglesia Católica lidia con las denuncias de pedofilia, especialmente en Estados Unidos.

El Papa Francisco dice además que los casos de abusos sexuales fueron «abuso de poder», «cometidos por un número notable de clérigos y personas consagradas. Un crimen que genera profundas heridas de dolor e impotencia, en primer lugar en las víctimas, pero también en sus familias y en la comunidad entera, tanto entre los creyentes y entre los no creyentes».

Él reafirmó su «compromiso en garantizar la protección a los menores y adultos en situaciones de vulnerabilidad» y admitió que «nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y procurar reparar el daño causado», resaltó el Papa.

El trecho que más llama atención está en el tercer párrafo, donde afirma: «Con vergüenza y arrepentimiento, como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde deberíamos estar, que no actuamos a tiempo para reconocer la dimensión y la gravedad del daño que estaba siendo causado en tantas vidas. Nosotros descuidamos y abandonamos a los pequeños», dijo el Papa Francisco.

A continuación cita una homilía del papa Benedicto XVI, que en 2005 hizo una protesta, diciendo: «¡Cuánta suciedad hay en la Iglesia, y precisamente entre aquellos que, en el sacerdocio, deberían pertenecer completamente a Él! ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia! … La traición de los discípulos, la recepción indigna de su Cuerpo y de su Sangre es ciertamente el mayor sufrimiento del Redentor, lo que le traspasa el corazón».

El silencio del Vaticano se rompió tras la amplia divulgación de una condena judicial en el estado estadounidense de Pensilvania, donde se produjo la mayor investigación sobre abuso sexual en la Iglesia Católica de Estados Unidos. Se comprobó que 301 sacerdotes en el Estado abusaron sexualmente de menores en los últimos 70 años.

El caso sacudió a la Iglesia Americana, al punto de que portavoz Greg Burke dijera que la Santa Sede estaba llevando el informe «con gran seriedad». «La Iglesia necesita aprender lecciones difíciles de su pasado, y debe haber responsabilidad tanto para los que abusan como para aquellos que permiten que el abuso ocurra», afirmó.

El informe del gran jurado de Pensilvania fue la más reciente revelación en un escándalo que estalló en el escenario global en 2002, cuando el periódico Boston Globe informó que durante décadas los sacerdotes habían abusado sexualmente de menores mientras los líderes de la iglesia encubrían sus crímenes. Todo el proceso fue mostrado en la película «Spotlight: Secretos Revelados».

Subcultura homosexual

Robert Morlino, el obispo de la diócesis de Wisconsin, llegó a la audiencia para pedir que tanto los actos homosexuales como la pedofilia sean condenados como un pecado grave por la Iglesia Católica. Según el religioso, la homosexualidad es una «devastación» para el bienestar de la iglesia.

Dijo que estaba harto de escándalos, dijo en una carta abierta : «Es hora de admitir que hay una subcultura homosexual dentro de la jerarquía de la Iglesia Católica, que está causando estragos en la viña del Señor».

«Ha habido un gran esfuerzo para hacer una distinción de lo que se encuadra en la categoría de actos de homosexualidad, ahora culturalmente aceptables, de los actos públicamente deplorables de pedofilia. Es decir, hasta recientemente los problemas de la Iglesia se han descrito puramente como problemas de pedofilia a pesar de las claras evidencias en contrario», añadió.

Para el obispo, «Es hora de ser honesto que tenemos ambos problemas y dejar de caer en la trampa de analizar problemas de acuerdo con lo que la sociedad puede encontrar aceptable o inaceptable, es ignorar el hecho de que la Iglesia nunca sostuvo que ninguna de esas cosas era aceptable».

Morlino pide además que los católicos se unan y luchen para «expulsar el pecado de nuestras propias vidas y buscar la santidad», pues «debemos negarnos a permanecer en silencio ante el pecado y el mal en nuestras comunidades y debemos exigir que nuestros pastores, ellos también busquen, en el día a día, su santificación».

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[ Fuente: Vatican y Madison Catholic Herald ]

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