NOTICIACRISTIANA.COM.- En un artículo publicado en Christian Today, Kelly Williams, pastor y líder con más de 27 años en el ministerio, recuerda la primera vez que un líder espiritual a quien admiraba tuvo un fracaso moral.
Estaba en su primer año en la Universidad de Liberty, estudiando para ser pastor, cuando asistió a una capilla para escuchar a un predicador destacado. Inspirado por su conocimiento y pasión, Williams comenzó a memorizar las Escrituras.
Sin embargo, más tarde se enteró de que este hombre había inventado su historia de vida y había tenido múltiples fracasos morales.
Williams menciona que, a lo largo de sus 53 años de vida y 27 años en el ministerio, ha tenido amigos pastores y héroes espirituales que lo han decepcionado y causado dolor. Siente que estos fracasos sacuden la fe y generan dudas, preguntas, dolor e ira.
Es posible admirar a alguien durante años para luego descubrir que era un fraude. Sin embargo, también existe la posibilidad de que el pecado sea tan poderoso que subestimar su influencia y sobreestimar el poder de los líderes fuera de Cristo puede llevar a estos fracasos.
En 1 Juan 1:8, se nos dice: «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros». Este versículo nos recuerda que todos somos susceptibles al pecado, incluso aquellos que son líderes espirituales.
Ejemplo del rey David
La Biblia presenta el ejemplo del rey David, a quien se describe como «un hombre conforme al corazón de Dios». David, en un momento de debilidad, cometió adulterio con Betsabé y ordenó la muerte de su esposo Urías. Este pecado tuvo consecuencias duraderas tanto para David como para los demás.
En 2 Samuel 11:2-4, se puede leer cómo David vio a Betsabé, la deseó y la hizo traer a su palacio. Esta historia destaca cómo incluso un hombre de gran fe puede caer en el pecado.
Manejo del dolor causado por fracasos morales
Williams ofrece varios consejos para lidiar con el dolor causado por pastores y líderes espirituales caídos:
Reconocer la vulnerabilidad de todos:
Cualquier hombre o mujer de Dios puede caer en un fracaso si se desvían lo suficiente. Esto no solo es cierto para algunos; es cierto para todos. En Romanos 3:23, se nos recuerda: «por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios».
Distinguir entre la verdad y el mensajero:
Lo que creen y enseñan sobre la fe en Jesús sigue siendo cierto, aunque hayan dejado de vivirlo. La Biblia nos dice que la paga del pecado siempre es la muerte de alguna manera. En Romanos 6:23, se menciona: «Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro».
Perdonar:
En algún momento, tienes que perdonarlos. Si no los perdonas por su pecado y el impacto que tuvo en ti, eventualmente se convertirán en tu excusa para volver a caer en tu propia fe.
En Mateo 6:14-15, se enseña: «Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas».
Intentar restaurar:
Procurar restaurarlos a la fe si es posible. Esto no será fácil, pero es un llamado importante. En Gálatas 6:1, se nos instruye: «Hermanos, si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre; considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado».
Seguir buscando modelos a seguir en la fe, a pesar de las decepciones pasadas:
Proverbios 27:17 dice: «Hierro con hierro se aguza; y así el hombre aguza el rostro de su amigo», destacando la importancia de rodearse de personas que nos fortalezcan en nuestra fe.
Mirar a Cristo
El dolor y la confusión causados por el fracaso moral de un pastor o líder pueden dejar cicatrices profundas en sus seguidores. Es esencial reconocer que incluso aquellos a quienes admiramos pueden caer debido al poderoso efecto del pecado.
Aunque sus acciones puedan sacudir nuestra fe, es importante recordar que las enseñanzas sobre la fe en Jesús siguen siendo válidas y valiosas.
Perdonar a los líderes caídos y buscar su restauración espiritual puede ser un proceso difícil, pero necesario para nuestra propia sanación y crecimiento.
A pesar de las decepciones por fracasos morales, no debemos perder la esperanza en encontrar modelos a seguir en la fe y continuar buscando una relación profunda con Dios y siguiendo a Cristo Jesús, el Varón perfecto a quién debemos mirar.
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