La nueva relación que quiere establecer la presidenta Bachelet con las iglesias

Eran ya los últimos días de diciembre -jornadas en que la carrera presidencial entre Michelle Bachelet y Sebastián Piñera se encontraba en su punto más álgido- cuando la candidata de la Concertación recibió la más dura de las críticas que se haya pronunciado durante la campaña respecto de su agnosticismo: el alcalde de Independencia, el evangélico y militante de RN Antonio Garrido, dijo que la doctora del PS «era hija del Diablo» por no creer en Dios.

Las declaraciones del edil habían sido precedidas por las palabras del teólogo Fernando Moreno, quien había escrito que «es inmoral que un presidente de un partido que se llama Demócrata Cristiano pretenda imponer la votación por una candidata que es atea».

Por esos días, Michelle Bachelet realizaba sus últimas giras a regiones antes de las elecciones del 15 de enero. El 30 de diciembre se encontraba en la Octava Región. Allí, cuando el debate sobre la adhesión religiosa estaba ardiendo entre bacheletistas y piñeristas, la candidata de la Concertación se reunió con un grupo de 200 pastores y representantes de las distintas iglesias evangélicas en el centro de eventos Suractivo, de Concepción.

Fue ahí cuando anunció que de llegar a La Moneda crearía una Oficina de Asuntos Religiosos con el fin de garantizar que todos los credos se puedan expresar y comunicar con el Gobierno. Una entidad a la que nunca más se refirió públicamente, pero que, con Bachelet ya instalada en La Moneda, está comenzando a organizarse bajo el amparo del Ministerio Secretaría General de la Presidencia (Segpres).

Michelle Bachelet, a diferencia del ex Presidente Ricardo Lagos, no es bautizada. Proviene de una familia laica, y su padre y abuelo materno pertenecían a la Gran Logia. Su único matrimonio no fue por la Iglesia.

«Desgraciadamente, soy agnóstica», dijo en enero de 2002. «Creo que uno se acaba con la muerte, pero hay miles de cosas que desconocemos. No me cierro a aceptar otras posibilidades, pero mi formación médica se basa en evidencias».

Debido a su agnosticismo, pero sobre todo a sus escasas relaciones con personeros de los diferentes credos, la doctora del PS tuvo que comenzar a establecer vínculos con las distintas iglesias durante su carrera a La Moneda. Un alto miembro de su ex comando señala que «era bien complejo el tema, porque ella es mujer, agnóstica, separada, socialista y más encima vivió en la RDA».

Por ello, aun por sobre sus convicciones personales, en su programa de gobierno Bachelet no se impuso metas complejas desde el punto de vista valórico. «Con un gobierno de sólo cuatro años ella determinó no enredarse con temas que, por ejemplo, la podrían complicar con la Iglesia Católica», señala un asesor de La Moneda. «La suya es una agenda social, ésa es su prioridad. No una agenda valórica. Sabe que en lo primero le puede ir bien. Tiene el financiamiento y el piso político. Lo otro, en cambio, sería una aventura», dice.

Un hecho que se demostró esta semana, cuando el Gobierno determinó que no insistirá en reponer el veto sobre la Ley de Clonación y Genoma Humano, que se estaba tramitando en el Senado y que amenazaba con convertirse en el primer gran conflicto en temas valóricos con la Democracia Cristiana.

Sin embargo, en un hecho histórico, el gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet se encuentra trabajando en la creación de una entidad que estará dedicada exclusivamente a las relaciones entre los diferentes credos y el Ejecutivo: la llamada Oficina de Asuntos Religiosos que dependerá de la Segpres.

Porque el tema de la igualdad entre las diferentes creencias tiene un especial interés para Bachelet. Así lo plantea en su programa y así se lo ha hecho saber también a los representantes de las religiones minoritarias en Chile.

En el documento, por ejemplo, jamás se habla de una única Iglesia, evitando darle supremacía a la Católica, sino que en todo momento se refiere a «las iglesias». «Promoveremos la libertad de culto, el desarrollo de todos los credos y velaremos por la libre expresión de los diversos cultos en la sociedad», dice el programa presidencial.

Por ello, la Oficina de Asuntos Religiosos -que se comenzará a diseñar una vez completadas las 36 medidas de los 100 primeros días de gobierno- promete tener un efecto «ecualizador» entre las diferentes religiones. Una especie de «ventanilla única» para nivelar los vínculos de los diversos sectores espirituales con La Moneda.

Un hecho que, según advierten en la Concertación, podría tener el riesgo de generar ruidos en la sensibilidad católica. Es que nuevamente, igual como ocurrió con la Ley de Libertad de Culto de 1999 -que prácticamente igualó los derechos y deberes de los distintos credos y en un principio provocó la protesta de la curia-, la institucionalidad que creará el gobierno de Bachelet podría estrechar la distancia existente entre la Iglesia Católica y los grupos religiosos minoritarios en Chile.

RAÍCES EN LA GRAN LOGIA

El homenaje de los masones al general Bachelet

La Presidenta tiene una relación especial con la Gran Logia. Su abuelo materno, Máximo Jeria Chacón -una calle de Ñuñoa lleva su nombre por ser el primer ingeniero agrónomo chileno- era laico y masón.

De hecho, fue por su influencia que el padre de la Mandataria, general Alberto Bachelet, ingresó a la Gran Logia en la década del ’40, aunque provenía de una familia católica y conservadora. Ello no sólo le permitió ganarse la simpatía de su suegro, quien era un implacable antimilitarista, sino que además le permitió conocer a destacados políticos masones como Salvador Allende, a quien apoyó en sus cuatro intentos por llegar al Palacio de La Moneda.

El general Bachelet llegó a ser maestro de la masonería; es decir, tenía el grado 3. Eso le permitió ser parte de la directiva de la Gran Logia.

Debido al vínculo familiar, la doctora socialista ha tenido contactos especiales con los masones desde que era ministra de Lagos. Por ejemplo, mientras era titular de Defensa, inauguró el año académico de la universidad masónica La República, y en otra oportunidad participó en un homenaje que la propia casa de estudios le rindió al fallecido general Bachelet en el edificio Diego Portales.

De hecho, ella y su madre estuvieron presentes en la inauguración de una de las salas de la biblioteca central de la universidad que lleva el nombre del fallecido general FACh, ubicada en la sede de calle Cienfuegos. En esa ocasión (2003), los masones pusieron en el salón un retrato de Alberto Bachelet y, además, le regalaron a la hoy Mandataria un óleo con su rostro, copiado de una fotografía de los años ’70.

Ya en la campaña presidencial, los masones tuvieron varios encuentros con Michelle Bachelet. Durante la precandidatura, por ejemplo, hubo dos encuentros: el 7 de enero, cuando su propio comando pidió una audiencia con el gran maestro Jorge Carvajal, y el 6 de mayo, cuando participó de un almuerzo de tres horas junto a 200 masones en la sede de la Gran Logia. Luego, el 7 de enero, ya en la campaña de segunda vuelta, nuevamente se entrevistó con Carvajal, a quien le entregó su programa de Gobierno. La última de las reuniones se realizó el 22 de enero, cuando la directiva masónica la visitó en su ex casa de Manquehue, estando ya electa.

IGLESIA CATÓLICA

Afinidad con los jesuitas

Fue a mediados del 2003 cuando Michelle Bachelet, siendo ministra de Defensa y posible candidata presidencial, conoció a los dos sacerdotes con que tiene más afinidad al interior de la Iglesia Católica: los jesuitas Fernando Montes, rector de la Universidad Alberto Hurtado, y Felipe Berríos, capellán del programa Un Techo para Chile.

Bachelet conoció a los religiosos en una de las reuniones de camaradería organizadas por el diputado Jorge Burgos (DC) y el actual presidente del Consejo de Defensa del Estado, Carlos Mackenney. Ambos, que se conocen desde los tiempos de la Parroquia Universitaria, son a su vez muy cercanos a los dos jesuitas: Burgos, porque toda la vida fue compañero de curso de Berríos en el San Ignacio El Bosque, y Mackeney porque estableció vínculos con los religiosos al haber educado a sus hijos en el colegio de la Compañía.

Por ello, habitualmente se reunían con los sacerdotes en alguna de sus casas, citas a las que, a su vez, invitaban a otros amigos en común, como los ex ministros Francisco Vidal y Nicolás Eyzaguirre. En una de esas tertulias, en la casa de Mackenney, llegó la entonces ministra Bachelet, quien tuvo sintonía inmediata con Montes y Berríos.

Fue la primera de una serie de encuentros entre Bachelet y el grupo. En otra ocasión, por ejemplo, se reunieron para celebrar un cumpleaños de Nicolás Eyzaguirre. Otra vez fue Bachelet quien se trasladó a las viviendas básicas donde residen los dos sacerdotes, quienes viven en una comunidad jesuita instalada en la parte de atrás de Infocap, en Departamental con Santa Rosa.

En los encuentros se hablaba de todo: desde temas cotidianos hasta problemas coyunturales, donde los sacerdotes entregaban su visión. En más de alguna ocasión, Bachelet y Eyzaguirre tocaron guitarra y Vidal trató de cantar, según dice uno de los comensales.

Aunque las reuniones se interrumpieron por la apretada agenda de Bachelet en la época de campaña, lo cierto es que la amistad con los dos sacerdotes sigue viva desde que ella llegó a La Moneda. De hecho, la propia Bachelet a los pocos días de instalarse en Palacio, llamó por teléfono a Felipe Berríos y sostuvo con él una larga conversación.

SECRETARIOS DE ESTADO

Los judíos y el gabinete

De acuerdo a Julio Froimovich, presidente de la Comunidad Judía de Chile, los contactos más directos con Bachelet comenzaron durante la campaña presidencial de 2005. Uno de ellos, por ejemplo, fue el que se realizó el 22 de agosto, cuando ya era abanderada única de la Concertación. Y el último, el que se produjo una vez que ganó la elección, el 23 de enero.

Ahí le plantearon tres temas que son prioritarios para la comunidad: la preocupación por la beneficencia, la lucha por los Derechos Humanos y la imperiosa necesidad de que se cuente con una ley contra la discriminación en Chile.

Sin embargo, aunque los vínculos son más bien recientes, lo cierto es que Michelle Bachelet tiene una fuerte presencia judía en su gabinete. De hecho en enero, poco después de darse a conocer el primer gabinete de Bachelet, el sitio web «Jerusalem Summit», destacó que, después de Israel, el de Chile es el Gobierno con mayor cantidad de judíos como secretarios de Estado. Nombraban a Eduardo Bitrán de Obras Públicas, Clarissa Hardy de Mideplan, Karen Poniachik de Minería, además del subsecretario de Relaciones Exteriores, Alberto Van Klaveren.

Con ellos, los judíos se configuran como la tercera tendencia religiosa al interior del gabinete, después de los católicos y los agnósticos.

Los católicos del gabinete son: Andrés Zaldívar, Alejandro Foxley, Isidro Solís, Álvaro Rojas, Martín Zilic, Sergio Espejo, Patricia Poblete y Laura Albornoz.

Los agnósticos son: Ricardo Lagos Weber, Andrés Velasco, Paulina Veloso, Ingrid Antonijevic, Vivianne Blanlot, Soledad Barría, Paulina Urrutia y Rommy Schmidt.

Osvaldo Andrade se ha declarado sin religión.

EVANGÉLICOS

Relación con protestantes

El pastor de la Iglesia Pentecostal Apostólica, Francisco Anabalón, coordinador del Consejo de Organizaciones Evangélicas (COE), cuenta que cada vez que han sostenido reuniones con Michelle Bachelet, le piden autorización para orar. Ella acepta, dice Anabalón, y en silencio escucha los rezos.

El pastor relata que con ella han tenido relaciones desde que era ministra de Salud, y que los vínculos continuaron una vez que se instaló en Defensa. De hecho, recuerda que cuando se fueron las tropas chilenas a Haití, ella hizo un gesto inédito para su credo: con el fin de que actuara como capellán, se preocupó de llevar en la comitiva oficial al pastor Roberto López.

Los contactos con este sector continuaron durante la campaña presidencial de Bachelet. De hecho, según señala un alto personero que participó de su comando, nunca se perdió de vista que más de 1,6 millón de chilenos profesa este credo.

También mantuvo vínculos con el obispo Bernardo Cartes, de la Unión de Iglesias Evangélicas (UNIECH), personero que encabezó el último Te Deum. De hecho, en el oficialismo se señala que fue este sector el que adoptó una postura más proclive a la candidatura de la doctora del PS. Tanto es así que el 29 de marzo el senador del PPD Guido Girardi organizó una comida en su casa de La Reina a la que invitó a Cartes y, entre otras personas, al vocero del Gobierno Ricardo Lagos Weber. Girardi, según uno de los asistentes al encuentro, durante su propia campaña senatorial había establecido fuertes vínculos con esta fracción evangélica y «la idea de la comida era que Guido sirviera de puente para que se conocieran y así se establezca una relación directa entre ellos y La Moneda».

CAPELLANES

Religiosos de Palacio

Son los llamados capellanes de La Moneda, quienes sirven espiritualmente a los que allí trabajan: el sacerdote católico Percival Cowley y el pastor evangélico Neftalí Aravena.

Ellos son los que realizan actos ecuménicos en fechas especiales como Navidad o, por ejemplo, la habitual conmemoración anual del 11 de septiembre.

Pero la dupla no estuvo siempre presente en Palacio. Fue recién durante el gobierno del ex Presidente Ricardo Lagos que la casa de gobierno abrió las puertas a un representante de la Iglesia Evangélica de Chile. Aravena, obispo metodista y ex integrante de la Mesa de Diálogo, asumió la tarea dos años después de haberse promulgado la Ley de Igualdad de Cultos, inaugurando con ello la cohabitación de religiones en La Moneda.

El Mercurio

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